El diplomático, ensayista, periodista, escritor y novelista José Luis Ridao (Madrid 1961), cumple sobradamente en nuestro tiempo el antigua oficio de los cronistas de viajes, a los que caracterizó magistralmente nuestro inolvidable maestro e historiador Paul Hazard (1878-1944).
En efecto, en el famoso trabajo del historiador y académico francés, titulado “La crisis de la conciencia europea (1680-1715)”, editado en España en 1941 por Julián Marias, recordaba a aquellos aventureros de la antropología y de la sociología que recorrían el mundo de un extremo a otro, en agotadoras expediciones que proporcionaban, posteriormente, noticias de las nuevas civilizaciones que habían conocido y que asimismo fabulaban e inventaban sistemas políticos, educativos, religiosos, etc., según fuera la crítica que deseaban realizar en la propia sociedad de la que habían partido y que pagaba religiosamente el viaje.
Como muy bien explicaba Hazard esas críticas hicieron tambalear los cimientos de la civilización occidental de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, hasta que se pudo culminar la verdadera y científica exploración cultural y política del globo terráqueo y terminaron de elaborarse los “mapamundi” completos y, por tanto, pudo escribirse la verdadera enciclopedia francesa que fue, como todo el mundo sabe, la británica.
Efectivamente, tanto la novela histórica como la crónica o ensayo histórico, en los últimos años han salvado a los ávidos lectores de estudiar sesudas investigaciones, convencionalismos culturales y determinados lugares comunes llenos de aparatos críticos y abundantes citas cada vez más extensas, para liberar y lanzar al lector a audaces aventuras, arriesgadas hipótesis de trabajo realizadas sobre la ingente masa de trabajos ya redactados y rigurosamente históricos para, como los ejemplares de la falsa novela histórica, terminar por romper crudamente el pacto de confianza entre el escritor y el lector. Un ejemplo de esta ruptura es la falsa explicación de Carlos III (167-168).
La conclusión al leer los capítulos finales, es que el escritor Ridao, parte de una conclusión y luego encaja los hechos: es decir, subraya el error de la Iglesia en España por sostener la unión del trono y el altar, en general, hasta el XIX y, en particular, en manos del franquismo y de la derecha durante el XX, lo cual no cuadra con la realidad de Ortega: “el resultado de buscar el liberalismo en donde no podrá encontrarlo” (229).
Por tanto, para poder llegar a Azaña y a su republicanismo y su concepto de desarrollo y transformación de la sociedad desde el respecto a la ley y al carácter de los españoles (241), ha debido reinterpretar demasiadas cosas y ha desarrollado aventuradas hipótesis con clara falta de perspectiva histórica, sociológica, espiritual y psicológica. Efectivamente, para confluir en la teoría de la tercera España del difunto Santos Juliá hay que sopesar mucho mejor las cosas, pues sino “Como señala un Azaña sin esperanza alguna en la victoria, tercera España equivalía a simple defección” (243).
José Carlos Martín de la Hoz
José María Ridao, República encantada. Tradición, tolerancia y liberalismo en España, ediciones Tusquets, Barcelona 2021, 333 pp.