Sagrada Escritura y Tradición



            Como
es sabido los Congresos y reuniones 
tienen la virtualidad de proporcionar los resultados y las líneas
de investigación de los especialistas. De ese modo, el resto de la
comunidad científica puede vislumbrar por donde se están
desarrollando las ciencias. Esto es lo que ocurre con las Actas del
último Simposio celebrado en la Facultad de Teología de la
Universidad de Navarra sobre “Palabra
de Dios, Sagrada Escritura, Iglesia
”, donde se contienen ideas de
interés. Espiguemos algunas de ellas.


            Como
dice el prof. Vicente Balaguer en la
introducción del volumen: “La
Biblia no es un aerolito caído del cielo. Si así fuera,
sería heterogénea a todo lo humano. En su total singularidad nos
sería completamente ajena. Tampoco es únicamente un conjunto de
libros, escritos cada uno de ellos por un hombre singular e inspirado que con
su libro comunica algo que ha conocido, una revelación o una
acción, a cualquiera que lo lea”
(p.12).


            Así
pues hay una interconexión entre Escritura, Tradición e Iglesia: “La palabra que se pone por escrito no es
una reproducción de la palabra oral. El escrito representa no la palabra
de Dios (las palabras de Dios, podríamos decir) sino el
‘acontecimiento de revelación’ en el que aconteció la
palabra de Dios; más precisamente, lo que reproduce es el sentido del
acontecimiento, o del curso de los acontecimientos, de revelación

(p.37).


            Precisamente
cuando algunos autores están negando que la divinidad de Jesucristo
esté expresada en el Nuevo Testamento, recuerda el Prof. Balaguer:
Jesucristo no recibe, como el
Bautista, la palabra de Dios, sino que ésta fluye en sus palabras
(…). Jesús se manifiesta como el hijo de Dios y su revelador; lo
recuerdan los evangelios sinópticos (Mt 11,
25-27; Lc 10, 21-24) y Juan hace de ellos uno de los
motivos que recorren todo su evangelio
” (p.40).


            Pero,
por otra parte: “En el Nuevo
Testamento conviven la generación de los apóstoles y la de sus
sucesores. El oficio de apóstol es irrepetible y por eso se percibe una
diferencia radical entre ambos: los apóstoles expresan la
revelación, la palabra de Dios, sus sucesores la reciben

(p.46).


            Así
pues hay una profunda unidad: “La
unidad de la Bíblia es pues la unidad de la
proclamación apostólica con la unidad de la referencia: Jesucristo
proclamado por los apóstoles según las Escrituras, tal como se
muestra en los libros que expresan la proclamación apostólica tal
como los recibe la Iglesia (p.51).


            Respecto a la hermenéutica de la
Tradición señala Santiago García de Jalón: “Debemos entenderla como un conjunto de
acciones y enseñanzas cuyo origen se atribuye a la misma fuente de la
que procede el Nuevo Testamento” (p.71).
Terminemos con unas
expresivas palabras de la
Constitución DeiVerbum:
Cristo Señor
promulgó con su propia boca, fue transmitido por los Apóstoles en
la predicación oral y por ellos y otros varones apostólicos en
los escritos en los que, bajo la inspiración del Espíritu Santo
consignaron el mensaje de la salvación” (DV, n.7)


José Carlos Martín de la Hoz


 


Vicente BALAGUER (ed), “Palabra de
Dios, Sagrada Escritura, Iglesia
”, ed. Eunsa,
Pamplona 2008, 239 pp.