Hace unos días tuve la oportunidad de viajar a Toledo a trabajar en uno de los mejores Archivos que tenemos en España: el Archivo diocesano de Toledo. Allí se reúne una inmensa masa documental, de la más grande de las archidiócesis españolas y, además, de la Sede Primada de la Iglesia Católica española. Entre sus fondos documentales, existe una sección dedicada a los procesos de canonización que se han desarrollado en esa diócesis; lógicamente unos no culminaron en beatificación, como el del cardenal Cisneros, y otros sí, como el de san Simón de Rojas (Valladolid 1552-Madrid 1624). Buscaba el expediente del Caballero de Gracia, así que al no encontrarlo, estudié el de san Simón, que fue quien impulsó el proceso del Caballero.
Las conclusiones fueron, en primer lugar, comprobar cómo los procesos de canonización que lleva a cabo la Iglesia, son de las cuestiones que con más seriedad y rigor teológico y canónico realiza. Efectivamente, el proceso comienza en 1681 en Toledo (han pasado los treinta años que había que esperar entonces) y fue beatificado en 1776, como consta en una página suelta incorporada al expediente. La canonización, finalmente, la realizó Juan Pablo II en 1988. Todo conforme a los Decretos de Benedicto XIV de 1758.
El expediente es copia del proceso original que se envió a la actual Congregación para las Causas de los Santos. El expediente tiene 812 folios manuscritos. Todo sellado, firmado y autenticado. Asimismo, conservan los documentos originales que provenían de otras instancias que se hacían siempre por duplicado. Está debidamente foliado.
La seriedad del proceso está fuera de toda duda. Por una parte se contiene todos los elementos jurídicos necesarios: citaciones correspondientes del tribunal, testigos, etc., al final de cada sesión (por ej., 738), lista, interrogatorio firmado del promotor de Justicia (780). Sesiones delante del juez, promotor de justicia y notarios, firmadas por todos los miembros del tribunal y el testigo, jurando haber dicho la verdad.
Está el decreto de non cultu (795, 796, 797 y 800), decreto de publicación de las actas (792). El nombramiento del portador (754) que coincide con el del Postulador que recae en Francisco Antonio Silvestre, postulador y Portador orden de los trinitarios.
Es claro el motivo por el que Juan Pablo II cambió la legislación de esperar 30 años a empezar a sólo 5. Para tener testigos de visu. Efectivamente en nuestro expediente no hay testigos de visu, pues han muerto los posibles, sino solo testigos de fama de santidad y de favores. Y esos testigos se buscan entre gente importante de la ciudad: el Marqués de Mondejar, fray Jacinto de la Parra OP, prior dominicos, Idiaquez Isasi, conductor de Embajadores, Gabriel Bernaldo de Quirós, Secretario de Estado, Andrés Herrera, abogado, Diego de Salazar, obispo electo de Chiapas (fol. 793). Casi todos dicen frases como las de Francisco Martín de la orden de Calatrava: "las noticias que tengo es que hace verdaderos milagros no solo una vez sino muchas con ocasión de encender el altar de la virgen de los remedios" (p. 502). Además consta el visto bueno del juez de la Inquisición, Jacinto de la Parra, calificador del Santo Oficio (791). También aparecen la relación de testigos de un proceso rogatorial en otra diócesis y cómo, los resultados, se incorporan a las actas originales (749).
José Carlos Martín de la Hoz