Santidad en la vida ordinaria

 

Es interesante releer los hechos de los Apóstoles y la historia de la Iglesia a la luz de esa expresión tan gráfica y certera. Es verdaderamente sorprendente la rápida expansión el cristianismo. Tantos frutos de santidad, tanta expansión de la fe en los cuatro puntos cardinales y en todos los niveles y capas sociales de aquel vasto imperio romano.

Pero, como decía san Gregorio Nacianceno, el problema por el que los cristianos no son santos se llama la inconstancia (La perfección, n. 87). Es decir, que a base de no vivirse terminó por olvidarse. Así lo ha resumido san Josemaría: "¡Qué clara estaba, para los que sabían leer el Evangelio, esas llamada general a la santidad en la vida ordinaria, en la profesión, sin abandonar el propio ambiente! Sin embargo, durante siglos, no la entendieron la mayoría de los cristianos: no se pudo dar el fenómeno ascético de que muchos buscaran así la santidad, sin salirse de su sitio, santificando la profesión y santificándose con la profesión. Y, muy pronto, a fuerza de no vivirla, fue olvidada la doctrina" (J. Escrivá de Balaguer, Carta 9-I-1932, n. 91).

En estos días en los que ha sido elegido Prelado del Opus Dei el teólogo Fernando Ocáriz, es interesante volver a la lectura de una de sus textos más importantes, el de  La vocación al Opus Dei como vocación en la Iglesia, escrito con los profesores Illanes y Rodriguez, en un volumen denominado El Opus Dei en la Iglesia, que vio su luz  con un prólogo del beato Álvaro del Portillo con motivo de la beatificación de san Josemaría en enero de 1993.

Precisamente, en ese texto, el Prof. Ocáriz, recordaba cómo San Josemaría en los años cuarenta fue abriendo paso de nuevo a esa llamada universal a la santidad, que luego proclamaría de modo universal el Concilio Vaticano II (Constitución Lumen Gentium n. 11) con palabras tan claras como estas: "Lo que a ti te maravilla a mí me parece razonable. -¿Que te ha ido a buscar Dios en el ejercicio de tu profesión? Así buscó a los primeros: a Pedro, a Andrés, a Juan y a Santiago, junto a las redes: a Mateo, sentado en el banco de los recaudadores...Y, ¡asómbrate!, a Pablo, en su afán de acabar con la semilla de los cristianos" (Camino n.799).

Muchas veces, Dios llama a las almas "Sin sacar a nadie de su sitio" (154). Así lo  subrayará Mons. Ocáriz, con palabras del entonces cardenal Ratzinger, con motivo de la beatificación de san Josemaría: "Dejamos la santidad a estos pocos desconocidos y nos limitamos a ser como somos. Josemaría ha sacudido a las personas de esta apatía espiritual: no, la santidad no es algo insólito, sino una realidad habitual y normal para todos los bautizados. No consiste en gestas de un impreciso e inalcanzable heroísmo, tiene miles de formas: puede ser realizada en todo estado y condición" (153).

José Carlos Martín de la Hoz

Fernando Ocáriz, La vocación al Opus Dei como vocación en la Iglesia, en AA.VV, El Opus Dei en la Iglesia, ed. Rialp, Madrid 2014, 6º edición, pp. 133-194.