Con esta expresión tan gráfica, aludía San Josemaría habitualmente, tanto en su predicación oral, como en sus escritos, a una manera determinada de enfocar la entera existencia del cristiano corriente, siempre sometido al desgaste y a la erosión que producen los golpes de la vida y, sobre todo, la resistencia de las dificultades y, en definitiva, la visión humana, estrecha.
Efectivamente, en las obras de san Josemaría las referencias a Dios y al sentido trascendente, son tan habituales como el latir del corazón pues era un alma profundamente enamorada de Jesucristo y profundamente convencido de la necesidad de implementar el cruce de lo temporal con lo espiritual, de lo finito con lo infinito, de lo natural con lo sobrenatural en la existencia del cristiano.
Con esa expresión, sentido sobrenatural, aludía frecuentemente el Fundador del Opus Dei, a la maravillosa y sencilla realidad de ver todos los acontecimientos, grandes y pequeños, desde los ojos de Dios.
Precisamente, la pérdida o la completa ausencia del sentido sobrenatural suele abocar en la vida cristiana al bloqueo, algo tan sencillo como dejarse llevar por las dificultades, los problemas y circunstancias adversas, que suelen desembocar en el desánimo y la perdida de la ilusión-
Verdaderamente, el sentido sobrenatural de la vida lleva a otear y ampliar el horizonte, a darle un sentido último y más profundo y duradero. San Josemaría lo expresaba de este modo en un punto de Camino: la gente tiene una visión plana, pegada a la tierra de dos dimensiones. -cuando vivas vida sobrenatural obtendrás de Dios la tercera dimensión: la altura y, con ella, el relieve, el peso y el volumen” (Camino, 279).
Esta tercera dimensión, la sobrenatural, es la que proporciona a la visión de las cosas el volumen. La objetividad sobrenatural, que proporciona ver la vida con una nueva perspectiva. Por ejemplo, en la libre competencia y sana rivalidad entre los hombres, descubrimos que podemos aprender de los demás, que los hombres nunca son objeto, ni peldaños, para subir.
Decía muchas veces Encarnita Ortega, una de las primeras vocaciones del Opus Dei, seguramente aprendido de san Josemaría, que “Nosotras no fracasamos nunca, nosotras sacamos experiencia”. Efectivamente, los fracasos habitualmente nos sirven a los seres humanos para aprender y, por tanto, sacar muchas e importantes lecciones de la experiencia, de los sucesos de cada jornada.
La pregunta final siempre es la miasma: “¿Cómo volver al sentido sobrenatural?”. Basta con recuperar la conversación personal con Jesucristo. Conectar es dirigirse a Él con confianza. Por su parte el conducto está siempre abierto. La oración y la complicidad facilitan la necesaria madurez humana y sobrenatural
José Carlos Martín de la Hoz