Silla, sombrilla y libro



Hace
poco una socia de CDL me comentó que necesitó "desconectar" una temporada y
solo leía best-sellers para poder olvidarse de las preocupaciones de su
trabajo. La animé a ponerlos en el Club del Lector, aunque ella pensaba que no
serían dignos de estar ahí. Qué va, qué va.


 


Aunque
he preferido siempre los libros con alta calidad literaria a los que
simplemente son pasables, reconozco que hay una literatura "de consumo" que
cubre las necesidades de mucha gente – me incluyo entre ellos – en momentos de
relajación, vacaciones, fines de semana, etc. Hay que partir de la evidencia de
que nuestra mente, por mucho que nos guste leer, necesita de vez en cuando más
entretenimiento que otra cosa. De hecho, hay personas que confiesan que solo
leen en verano, cuando tienen más tiempo y menos cosas y personas que atender.


 


Autores
como Cook, Forsyth, Lapierre / Collins, Higgins Clark, Mankell, Leon y un largo
etcétera pueden ser los protagonistas de nuestros momentos de playa o piscina
veraniegas. Como en todo, entre los más vendidos siempre hay cosas más y menos
aprovechables. En muchas ocasiones he comprobado que la literatura de verano se
compra "para desconectar" sin aplicar el más mínimo criterio de calidad, aunque
solo sea el de la calidad moral. Creo que si mantenemos unos mínimos de calidad
moral, unos principios históricos (y no pseudohistóricos) y guardamos
ideologías baratas en el ropero de invierno, podremos acceder a unos libros de
alta calidad en ese mundo del superventas.


 


No
hay que engañarse, hay libros malos, aunque sean para pasar un rato
entretenidos. Por ejemplo, debo confesar que leer a Ken Follett me deprime por
su inmoralidad manifiesta, sus obsesiones sexuales y su visión negativa de la
vida y de la historia. Por muy superventas que sea, no solo no me entretiene
sino que además me enfada. Creo que no debemos caer en la frivolidad de
olvidarnos de nuestros criterios y de nuestra conciencia en las horas de
descanso. Es más, creo que los autores como los que he mencionado arriba se
merecen nuestra atención por su buen hacer, por ser buenos contadores de
historias, por entretenernos y hacernos olvidar nuestra rutina, sin tener que
recurrir al sexo fácil o la falsificación histórica.


 


El
mercado español, además, nos permite el lujo de elegir libros de bolsillo a un
precio buenísimo que fácilmente se hacen un hueco entre la toalla y la crema
protectora, así que aprovechemos para ponernos al día en lo mejor del año
anterior o volvamos a aquellos clásicos de aventuras o del crimen que aun se
siguen viendo en muchas de nuestras playas y piscinas.


 


 


Carlos Segade


Profesor del Centro Universitario
Villanueva