Tras el humanismo

 

En el prólogo a este magnífico trabajo del profesor de la Sorbona, Remí Brague (Paris 1947), su discípulo Fabrice Hadiadi recoge un conocido texto de santa Teresa en el que la santa de Ávila mostraba la complejidad de visitar una habitación de la que nunca se había salido. Indudablemente, el humanismo ha dado paso a otros humanismos por lo que es también difícil caracterizar un nuevo humanismo cuando no se ha salido de él desde el renacimiento.

De hecho, Rémi Brague, nos explica detenidamente en este trabajo sobre antropología del humanismo que, la imagen cristiana del hombre, no puede dejar de reflejar la inmensa dignidad de quien es imagen y semejanza de Dios, por lo que será difícil salir del hombre para juzgar al hombre.

Es lógico, por tanto, que Brague desenmascare los falsos humanismos como el marxismo, existencialismo, la fenomenología y tantos otros intentos de exponer lo que es el hombre desde una faceta o parte del hombre y de un nuevo humanismo desde el inveterado humanismo. También como dice el refrán se coje antes a un mentiroso que a un cojo (27). Incluso el propio Nietzsche con su imagen del “superhombre” no lograba superar el humanismo inherente a su propuesta: puesto que Dios había muerto, el hombre que había sido creado por Él, también (33).

Es muy interesante la dedicación de Rémí Brague al origen y desarrollo de la declaración de derechos humanos en el que se expresa la dignidad de la persona humana, sin hacer referencia a su entidad como imagen (72) y semejanza de Dios (38).

Enseguida nos dirá que: “Hasta principios del siglo XVI no apareció la palabra antropología en un título. En la época moderna, la antropología se convirtió en una disciplina por derecho propio, o más bien en un conjunto de disciplinas (…). En último lugar surgió una antropología filosófica plenamente desarrollada” (57).

A partir de ahí, comienza un largo camino hacia la conversión de la filosofía en antropología con Kant (57) y de la propia teología en antropología con Feuerbach (59). Este camino terminó en Heidegger para quien: “lo que es más esencial que el hombre es la finitud del ser” (60).

Respecto a la definición del hombre como “animal racional” (62), pasará a la cuestión de dónde está el hombre y para eso tenemos que considerar su variabilidad debida a su libertad para ser (65) y para moverse (66) hacia su futuro (71). Páginas después se preguntará qué hombres ha habido en la historia: “El primer Adán incluye a todos los hombres. Este primer hombre fracasó, y fue el segundo, Jesucristo, quien llevó la humanidad del hombre a su plena realización” (81).

Lógicamente, el trabajo sobre antropología filosófica terminará con una síntesis de la cristología a modo de verdadero tratado de la antropología teológica por antonomasia que sería Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre” (85).

José Carlos Martín de la Hoz

Rémi Brage, Tras el humanismo. La imagen cristiana del hombre, Rialp, Madrid 2024, 188 pp.