Un duelo interminable

 

El catedrático de Historia medieval de la Universidad de Barcelona, José Enrique Ruiz-Domènec, ha redactado un interesante trabajo acerca de la intensa batalla cultural que ha tenido lugar lo largo del siglo XX (1871-2021) y que merece la pena detenerse a relatar parte de ella.

En primer lugar, nuestro autor arranca de la comuna de París (1871) y el despliegue de un concepto universal de inspiración hegeliana a la provincialización creada por los estudios culturales de las universidades estadounidenses (17). En medio de ese extenso periodo tuvo lugar la guerra de treinta años que comenzó en 1914 y terminó en 1945 y dejó asolada Europa, económica, intelectual y artísticamente (20). Nietzsche había radicalizado “la muerte de Dios” y los hombres se mataron entre sí.

Indudablemente, la crisis del concepto de progreso universal con las dos guerras mundiales, dejó paso a la declaración universal de derechos humanos que no tuvo tanta capacidad de crear unidad, como si la tuvo la fe en el progreso pero que ha servido de aglutinador y de mecanismo de alarma ante la terrible guerra fría que culminó con la caída del muro para dejar un primer mundo cada vez más alejado del resto del globo terráqueo.

La guerra de 1914 fue realmente irresponsable: “el tiovivo de la guerra es el fruto de un irresponsable juego político, capaz de aniquilar una voluntad creadora mediante una propaganda prolongada a favor del espíritu militar” (96).

El socialista español Fernando de los Ríos se encontró con Lenin en el Kremlin en octubre de 1920: “Al señalarle que encontraba Moscú bajo un excesivo control y percibía una ausencia de libertades en el pueblo, Lenin afirmó que eso no era prioritario en el contexto revolucionario y, sin dejar tiempo a la replica añadió: ¿libertad para qué?” (109).

Desgraciadamente, pocos meses antes, el tratado de Versalles de 1919 “dejó a Alemania en manos de extremistas de uno y otro signo. Una situación que favoreció el desarrollo de una inacabable batalla cultural” (135).

En la década de los años 20 se reconstruyeron las grandes ciudades de Europa “confiando en la capacidad crítica de sus élites (…). Un espíritu basado en la yuxtaposición de una sociedad que aún creía en la capacidad regeneradora de la democracia con la explosión de movimientos de masas que participaron a veces sin saberlo de la creación de los totalitarismos” (139). La enconada lucha cultural contra el bolchevismo se sumó al combate contra la convicción de que Europa se dirigía hacia una irremediable “decadencia “ o “desencantamiento” (141).

José Carlos Martín de la Hoz

José Enrique Ruiz-Domènec. Un duelo interminable. La batalla Cultural del largo siglo XX, Ediciones Taurus, Barcelona 2024, 596 pp.