Un misterio sobrecogedor

 

El papa Benedicto XVI con mucha frecuencia a lo largo de su pontificado se refirió al misterio de la Santa Misa como algo verdaderamente “sobrecogedor.” Ciertamente lo es, y así lo muestra el trabajo del teólogo e historiador inglés Uwe Michael Lang (Nuremberg, 1972), profesor de la Universidad St Mary’s Twickenham, que ahora presentamos.

En realidad, más que un trabajo breve o una síntesis sobre la historia de la misa romana, como dice el título, se trata de una relación de hechos sucesivamente documentados a lo largo de este interesantísimo texto. En efecto, estamos ante un breve índice de los documentos más importantes que los historiadores han ido validando a lo largo de estos últimos años para poder después fundamentar sólidamente la investigación acerca de la misa romana.

Merece la pena leer este trabajo para descubrir que el objetivo de las investigaciones que se han ido realizando a lo largo de la historia se centraba en asegurar que se estaba celebrando la santa misa no solo con piedad y unción, sino con todo el rigor histórico y según la tradición entregada por Jesús a sus discípulos de la primera hora. Es decir, hacer realidad aquello de “perseveraban unidos en la oración, en la fracción del pan, con María la Madre de Jesús” (Act 2, 42).

En 1854 cuando se derrumbó un tabique en la catedral de Santa Sofía en Constantinopla, y se descubrió la gran biblioteca que los cristianos ortodoxos habían protegido levantando un muro para evitar que aquel tesoro cayera en manos musulmanas en la caída del imperio bizantino.

Efectivamente, al clasificar y registrar aquella masa documental, la gran biblioteca de la segunda catedral más importante del mundo después del Vaticano, hallaron muchos pergaminos, códices y libros de incalculable valor.

Sin duda, uno de ellos, era la “Didajé” o doctrina de los doce apóstoles, libro que se consideraba perdido, aunque se tenían abundantes referencias pues en él se encontraba recogido el “ordo missae” del santo Padre. La conclusión a la que llegaron los estudiosos es que los cristianos habíamos sido fieles a la primitiva liturgia y a la oración consecratoria que Jesús había enseñado a los apóstoles: “Haced esto en conmemoración mía” (Lc 22, 19).

Lógicamente, en la Congregación de ritos creada en 1588 se conserva todas las pruebas documentales conservadas en este libro y muchas más que se han encontrado posteriormente. Es más, el actual Dicasterio del Culto divino y disciplina de sacramentos, se sigue trabajando para que se mantenga el esplendor y veracidad de la liturgia (125).

José Carlos Martín de la Hoz

Uwe Michael Lang, Breve historia de la Misa Romana, ediciones Cristiandad, Madrid 2024, 162 pp.