Cuando el historiador norteamericano Jhon Coverdale, escribió hace unos años unos apuntes biográficos acerca de José María González Barredo (1906-1993), no dudó en llamarle “pionero”, recogiendo de esa manera el término clásico con el que se denominan tradicionalmente a los primeros colonos que llegaron a lo que ahora son los Estados Unidos de América.
José María González Barredo había nacido en Colunga (Asturias), donde desarrolló sus primeros estudios antes de trasladarse con la familia a Madrid, a la calle Caracas número 13. Estudió la carrera de Física y Química en Madrid y al terminarla ganó la cátedra de Instituto de Física y química, primero en Linares (Jaén)y luego en Plasencia. (Cáceres) Mientras tanto realizaba una tesis doctoral sobre el espacio y el tiempo, con una magnífica beca Rockeffeller.
En uno de los viajes a Madrid para meterse de lleno en el laboratorio se encontró a san Josemaría en la Gran Vía de Madrid y quedaron emplazados para hablar por la tarde. Ya se habían conocido en la misa que celebraba el Fundador del Opus Dei en el Patronato de Enfermos, muy cerca del domicilio de José María en la calle Santa Engracia del barrio de Chamberí. Era el 11 de febrero de 1933 y desde aquel día José María se sintió protagonista de hacer el Opus Dei en la tierra.
Al término de la guerra civil se trasladó a Alemania y a Italia, pues había recibido una beca de la Alexander-von-Humbolt, en la Universidad de Gottingen que era considerada la meca de la Matemática y de la Física y que fue la plataforma desde la cual Heisenberg puso en órbita, en 1927, tristemente su célebre principio de incertidumbre, que niega el principio de identidad y de causalidad. Allí y en la Universidad de la Sapienzia de Roma pudo trabajar con el profesor Euken y con Enrico Fermi, premio nobel en Física en 1939, sobre fundamentos de física y matemáticas que describe en su primera obra “Distance space and time”.
De aquella época es la anécdota que solía contar “Traduje unos 30 ó 40 puntos de Camino y se los entregué al capellán de la Universidad, el doctor Stock, diciéndole: «Este libro es muy bueno para los españoles, pero no sé si será bueno para los alemanes». El capellán contestó: «Déjemelo aquí y vuelva dentro de algunos días». Cuando volví estaba muy contento con Camino y me dijo: «Este libro es muy bueno para los alemanes, no sé si será bueno para los españoles». A lo que añadió muy seriamente: «Este libro es muy bueno para la gente - me dijo - porque cuentan siempre el número de hombres-hora necesarios para una empresa, pero se olvidan muchas veces de contar a Dios»”.
Después de regresar a España para opositar a cátedra, pensaba volver otra vez a Alemania, pero el fundador me indicó que era mejor comenzar en los Estados Unidos. Efectivamente, después de obtener la cátedra de Físico‑Química de la Universidad de Zaragoza, logró una beca de investigación y en 1946 se trasladó a la Chicago University como “Research Associate”, investigador asociado, con Enrico Fermi, a quien había conocido en Roma, hasta 1954. Después, trabajo en diversas universidades hasta su jubilación que regresó a Pamplona para ser tratado de un parkinson.
José Carlos Martin de la Hoz