La abundancia de ideas contenida en la revista Omnes del mes de marzo acerca del perdón, nos invita a seguir estudiándolas. Los últimos pontífices han hablado acerca de la necesidad de favorecer una cultura de la paz; el último, el papa Francisco, en su autobiografía, afirma que "la misericordia, la benevolencia y el perdón son las mejores medicinas para construir una cultura de la paz" (Vida, pág.51).
El perdón camino para la paz. El profesor Otamendi escribe como "no se aprecia perdón en la sociedad, en los matrimonios, en las familias o en la vida civil, por no hablar del plano político donde la confrontación adquiere proporciones notables" (Omnes, pág.9). En efecto, somos testigos de los matrimonios que se rompen, de la violencia juvenil o de lo que ha dado en llamarse la polarización de la vida social y política, dividida en facciones irreconciliables, todo ello nos habla de una ausencia de comprensión mutua y de perdón.
La psicóloga Patricia Díez señala cómo la enemistad puede perjudicar la salud de las personas: "Hace falta una cultura de la paz -declara- que venza con las rupturas, la soledad, las ansiedades, (...) una cultura del perdón necesaria para la salud psíquica y espiritual de la sociedad" (Omnes, pág.11). Explica cómo el camino hacia el perdón comienza en el reconocimiento de la propia fragilidad: "El que se sabe frágil -escribe- es más capaz de comprender la fragilidad del otro", y permite querer a la persona aunque se rechace el mal cometido; ve en el ofensor alguien digno de ser amado a pesar de sus errores. Advierte la psicóloga que "no se trata de olvidar la ofensa sino el dolor que ésta me ha producido, poder pensar en ella sin sentirme afectado porque he logrado tener paz" (Omnes, pág.11). El mismo Francisco explica como en su juventud le hicieron sufrir las enemistades entre los hermanos y primos de su familia materna (Vida, pág. 142).
El analista Andrea Gagliarducci distingue entre el perdón real y el perdón cosmético. En la actualidad a los partidos políticos no se les cae de la boca el perdón que tienen que pedir -los demás- por daños reales o imaginarios. Gagliarducci lo llama el perdón políticamente motivado (Omnes, pág.12) y va dirigido a crear una narrativa que descalifique al adversario político ante la opinión pública. En ocasiones se puede comprobar como hay mentiras y medias verdades en los argumentarios de los partidos políticos, pero si se demuestra su falsedad no se disculpan, el próximo escándalo hará olvidar el anterior.
En la misma revista, el filósofo Mariano Crespo menciona la que se ha dado en llamar cultura de la cancelación; de ella dice que "busca enemigos y no teme atacarlos" (Omnes, pág.14); algunos ideólogos y líderes políticos utilizan la táctica de señalar un enemigo al que califican como un peligro para la libertad y la democracia para justificar sus propios excesos. Durante décadas vimos a los partidos comunistas tachar a los demás de fascistas: "Apártate que me manchas, le dijo la sartén al cazo".
La Iglesia católica sabe algo de todo lo anterior, ya que en ocasiones se la ha descalificado a fin de minimizar su influencia en la escena pública. En una ocasión -siempre en España- alguien afirmó que "ser progresista es pensar lo contrario de lo que piensa la Iglesia católica", mientras que otros han alcanzado su discutible fama a base de realizar actos sacrílegos como "cocinar un crucifijo" o desnudándose en medio de una iglesia.
Juan Ignacio Encabo Balbín
Francisco, papa, Vida. Mi historia en medio de la Historia, HarperCollins, 2024.
Varios autores, Revista Omnes, marzo 2024.