En la reciente publicación, prácticamente póstuma, del teólogo, antropólogo y monje benedictino de las Abadía de Monserrat Lluís Duch (1936-2018), que es subtitulada como “una trayectoria intelectual”, narra en primera persona sus primerizas letras, sus estudios de doctorado en Teología y antropología en Tubinga, las investigaciones de madurez y, finalmente, sus trabajos acerca del mito, la política y finalmente sus pensamientos sobre teología y filosofía de la religión que ocuparon su quehacer intelectual los últimos años de su vida.
Impresiona enormemente el rasgo personal, casi íntimo y confiado, que confiere el autor a su obra a lo largo de estas 200 páginas, pues en realidad deja su salma al descubierto con sus grandezas, miserias y debilidades, aunque cómo él recuerda al comienzo del libro; siempre un libro de memorias suele edulcorarse, también es verdad que al referirse a los libros leídos y las publicaciones realizadas no hay más remedio que ceñirse al curriculum vitae que refleja sus lecturas y pensamientos, la realidad se parece mucho al recuerdo.
Lo que no queda claro a lo largo del libro autobiográfico y es menester ponerlo en solfa en esta breve r4eseña, es el profundo agradecimiento del autor a los maestros que pusieron en su corazón y su mente las primeras letras, la afición por conocer a Dios al hombre y al mundo.
Inmediatamente, hemos de dar gracias a los grandes maestros de la filosofía y de todas las ramas de la teología pues formaron una cabeza fantástica, mediante una exposición, clara y ordenada de la fe y, además, una fe robustecida mediante la vida monástica que enlaza con la regla de san Benito. La liturgia y la oración personal, que conducen al arte de la contemplación.
Solo mediante esos maestros de la oración y de la investigación se entiende como ha podido realizar los análisis, muchos, la mayoría, certeros que ha producido a lo largo de su larga tarea de docente e investigador.
El hecho que muestra este libro es la amplia libertad, amplísima y total, de él y de todos, para leer todo lo que quisieron y, además, en las lenguas originales, incluso viajar, asistir a conferencias y clases de los grandes maestros del siglo XX y poder desde la poderosa armazón de la teología clásica, llevar a cabo, análisis profundos, discretos, elegantes, salvando a la persona y, así, distinguir lo valioso de la ganga, atenerse al rigor que exige la teología y el derecho para proporcionar a la antropología.
Que no se haya perdido en el camino y haya muerto plenamente en el seno de la Iglesia y rodeado de sus hermanos, no sólo es una cuestión de gracia de Dios, de fe viva y de teología arrodillada y humilde, es también coherencia personal y humildad para preguntar en la oración y a los grandes maestros de Monserrat que nunca le faltaron.
José Carlos Martín de la Hoz
Lluís Duch, Salida del laberinto. Una trayectoria intelectual, editorial Fragmenta, Barcelona 2020, 220 pp.