El escriturista y escritor Manuel Villalobos Mendoza realiza una particular interpretación del Evangelio de San Marcos para delinear la figura del “cuerpo sin órganos” que terminará por aplicar a Jesucristo en su cuerpo innane después de su muerte y dejarlo enterrado en el sepulcro enteramente nuevo que había comprado José de Arimatea.
Hay que resaltar en primer lugar la importancia de leer el prólogo de Xabier Pikaza, pues, a mi modo de ver, resulta mucho más atractivo y claro el concepto de “cuerpo sin órganos” que delinea Pikaza que el del autor. Viene a identificar esa figura con el concepto de persona humana que entra en relación total con Dios y con los demás hombres. Esa persona definida como “cuerpo sin órganos”, según Pikaza es verdaderamente lo sustancial de cada hombre y es una verdadera síntesis de cuerpo y alma, de sentimientos, afectos, voluntad y razón (13). Estamos de acuerdo con Pikaza que el concepto de persona de Jesucristo es mucho más preciso que el concepto de hombre Jesús. De hecho, se plantea que la pregunta de san Anselmo en el siglo XII: “cur Deus homo?”, es mucho más precisa que si hubiera dicho: “cur Deus vir?” (19).
Descendiendo a la interpretación que realiza Villalobos del Evangelio de Marcos adolece de estudios patrísticos y de haber cotejado su hermenéutica con la de los Padres de la Iglesia pues hubiera abandonado algunas cuestiones de menor rango y no se hubiera entretenido en interpretaciones forzadas que no están reflejadas en la Tradición, que para nosotros los seguidores de Cristo es siempre criterio de normalidad y de autenticidad.
La interpretación Villalobos acerca de que la familia de Jesús habría sido enteramente la culpable y causante de su pasión y su muerte, no cuadra ni con la tradición ni con la Escritura y, por supuesto, no es la que el magisterio de la Iglesia y los grandes teólogos nos han entregado. Tampoco la documentación aportada parece fundamentar esta teoría (39).
Asimismo, la interpretación de la escena de higuera estéril como “antojo de higos” (107) y de la paloma que desciende sobre Jesús en el día del bautismo del Señor parecen bastante exageradas y sacadas de la exégesis habitual de los especialistas en la materia y de los Padres de la Iglesia.
Finalmente, Villalobos es muy crítico respecto a la figura de José de Arimatea y, en concreto, de su petición del cadáver de Jesús para entregarlo a las mujeres y que lo embalsamaran en el sepulcro de su propiedad: “tal parece que la historia de José de Arimatea es una creación literaria para quitar la vergüenza que envuelve la muerte y el entierro del crucificado” (156). Es interesante la hilazón que establece Villalobos entre la muerte, sepultura y resurrección tomando como hilo conductor la figura de las santas mujeres (183).
José Carlos Martín de la Hoz
Manuel Villalobos Mendoza, Jesús, cuerpo sin órganos en el evangelio de Marcos, Trotta, Madrid 2024, 223 pp.