En los últimos años de su fecunda vida intelectual, el filósofo Alejandro Llano (Madrid 1943) redactó diversos ensayos de carácter autobiográfico, antropológico, metafísico y filosófico, en los que procuraba responder a los interrogantes vivenciales que le planteaban sus alumnos de filosofía del campus de la Universidad de Navarra en Pamplona.
Asimismo, la procedencia de sus ensayos provenía de asuntos e ideas que había creído vislumbrar en sus amplias e intensas visitas a diversos Campus Universitarios de muchas ciudades del mundo a donde era invitado como rector de la Universidad o como prestigioso conferenciante.
En esta ocasión, nos proponemos recordar su tratado sobre “La vida lograda”, es decir, la vida en la armonía de las virtudes o, también podríamos decir, el equilibrio interior fruto de la madurez de la vida intelectual y afectiva. Un ensayo que produjo un gran impacto en la vida universitaria.
Han pasado unos pocos años desde su publicación y conviene volver a releerlo pues conserva toda su frescura y las ideas vertidas en él no han dejado de ser citadas pues indudablemente eran buenas respuestas a los problemas universitarios de este casi primer cuarto del siglo XXI que llevamos vivido.
Indudablemente, “la vida lograda” tiene mucho que ver con la vida virtuosa, con el corazón enamorado, con intereses y aspiraciones profesionales, con muchos y buenos amigos con los que compartir amplios momentos de distensión y alimentación cultural en la vida.
Los grandes temas de conversación con nuestros amigos y colegas no cambiarán nunca: la libertad madura, los grandes problemas culturales del momento, los puntos de la doctrina revelada más o menos velados o difíciles de asimilar ocultos en nuestros días, el amor a nuestros seres queridos, a los amigos y, sobre todo, las respuestas cristianas a los problemas de nuestro tiempo que provienen de la amistad y cercanía con Jesucristo.
Especialmente, nuestro autor brilla al descubrir el valor de la amistad y el saber escuchar y atender en el diálogo en busca de la verdad, pues la filosofía y la metafísica que eran sus principales intereses terminaban por aparecer en sus conversaciones, se hablara de lo que se hablara.
Finalmente, el optimismo y la esperanza que mostraba nuestro autor al hablar tanto de la fe como de la razón le llevará, a lo largo de estas páginas a convencer al lector del valor y la importancia del estudio sereno de los asuntos: “el relativismo cultural queda invalidado por la más elemental experiencia sociológica y etnológica” (176).
José Carlos Martín de la Hoz
Alejandro Llano, La vida lograda, Ariel, Barcelona 2002, 203 pp.