Louis
y Zélie Martin,
padres de Santa Teresita de Lisieux, fueron beatificados el 19 de octubre de
2008. Fue el segundo matrimonio beatificado conjuntamente, después de
Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi (21 de octubre de 2001).
Hélene Mongin ha estudiado
el perfil espiritual de los nuevos beatos, mostrando con sencillez y
naturalidad la intensa vida de un matrimonio. Cada uno de los esposos parte
para la vida matrimonial de un bagaje espiritual tomado de la vida religiosa,
pues ambos habían intentado consagrarse a Dios en el claustro. A partir
de la boda celebrada el 13 de julio de 1858, con la ayuda de la gracia de Dios
y de los sacramentos, fueron afrontando las peculiaridades de su nuevo estado.
Es, en ese marco donde se fueron desarrollando las virtudes cristianas y donde
fueron dando frutos de santidad y de caridad. Ahí están los nueve
hijos con los que Dios premió su amor y entrega mutua y las vocaciones
que surgieron en ese hogar cristiano.
La
autora ha tomado del epistolario cruzado entre los dos esposos y de los de testimonios
de los testigos; los hijos, familiares, amigos, etc., documentos con los que
hilvanar la biografía espiritual de los dos beatos.
Es
interesante descubrir como en la vida corriente de estos beatos se van perfilando
los elementos claves para la santidad cristiana: la centralidad de la Santa Misa como
alimento de la vida interior (pp.59-60), el amor a la cruz (p.136) que se
manifiesta en las contrariedades de la vida: salud, enfermedad, apuros
económicos (pp.130-133), etc.
Además,
en la habitual dedicación al trabajo, tanto de él en la
relojería, como de ella en el hogar y en la fábrica de punto, va
surgiendo la vida de oración y la presencia de Dios, el sacrificio en
las cosas pequeñas; es decir la oración en el trabajo y fuera del
trabajo, pues ahí es donde se anudan y se descubren las llamadas divinas,
asó lo resume la biógrafa: “Sólo Dios llena”
(p.116).
Asimismo
se subrayan con fuerza, la caridad entre ellos, la donación mutua,
así como el ejercicio de la caridad, en primer lugar con los hijos y
después con tantas personas con las que conviven. Es interesante el
ejercicio de la virtud de la prudencia para tomar las decisiones en
común, acerca de la marcha de la casa, etc. Destaca en ellos a
compenetración para la educación de los hijos,
preparándoles para lo que Dios quiera de ellos, con el convencimiento de
que “los hijos no nos pertenecen” (p.100).
Todo
está empapado de una espiritualidad muy mariana, pues la devoción
a la Virgen siempre será parte sustancial de un hogar cristiano, pues todas
las familias han de ser un reflejo de la vida de la Sagrada Familia
(p.168).
La
enfermedad y muerte son una ocasión en la que las virtudes cristianas se
desarrollan hasta el extremo. El cáncer que padece Zélie
y el modo de llevar la enfermedad muestra la virtud de la caridad. En el caso de
Louis, la biógrafa resalta la acción de la gracia ante la
pérdida de la salud mental; no hay mayor prueba que la pérdida de
la cabeza.
José Carlos Martín de la Hoz
Hélene MONGIN, Santos de lo
ordinario. Louis y Zélie Martín,
padres de Santa Teresita de Lisieux, ed. Homolegens,
Madrid 2009, 215 pp.