Zumo de arándanos
Miguel mira a Luis mientras se seca las lágrimas. Luis limpia la barra con un trapo desgastado. Detiene su acción y mira a un pequeño y asustado Miguel, que no le quita el ojo de encima, sale de detrás de la barra y se acerca al pequeño. Con ternura, le pone una mano sobre la cabeza para despeinarlo un poco. Miguel, algo más tranquilo, esboza una pequeña sonrisa.
Miguel mira a Luis con tristeza.
Luis rodea la barra y camina hasta Miguel, que se remueve en un taburete.
A Miguel se le ilumina el rostro. Asiente con emoción mientras Luis regresa a su puesto sonriendo.
Deja el trapo sobre la superficie de madera y se mete en la cocina. A los pocos minutos sale con un vaso relleno de zumo rojizo. Miguel lo coge y comienza a beber con ansia.
De repente, Luis escucha un motor que proviene del aparcamiento. Observa como una figura grande camina hacia la entrada del local. Las puertas se abren para descubrir al Agente Olivares, el único policía de la aldea. Luis le saluda con un gesto amable, mientras Miguel no parece querer mirarle.
El niño observa de reojo cómo el agente Olivares toma asiento en el taburete que está a su derecha.
El agente Olivares centra su atención en Miguel. Se da cuenta de que el niño está nervioso.
Miguel permanece callado. Jacinto saca de su bolsillo un paquete de cigarrillos. Enciende uno de ellos y le da una larga calada.
Jacinto analiza al pequeño y se percata de quién es. Hace un nuevo intento por hablar con el niño.
Luis asiente tranquilo y le da una pequeña llave adjunta a un pedazo de madera. Miguel alcanza a cogerla y camina hacia el lavabo.
Durante su ausencia, Jacinto aprovecha para hablar con Luis.
La puerta del baño se abre y Miguel camina mientras se seca las manos en su jersey. Vuelve a recolocarse en su asiento.
Jacinto mira inquisitivo a Miguel, quien rápidamente asiente, baja de su taburete y camina hacia el
otro lado de la barra. Miguel se esconde tras la barra.
Jacinto se levanta de su asiento, apaga el cigarro ya consumido y vuelve a meter el tabaco en su bolsillo.
El agente Olivares se dispone a salir del lugar.
Luis está tranquilo. Se agacha para alcanzar un grupo de vasos. A su lado, una mano inerte. Miguel mira el cadáver de su padre rodeado de cajas y cubertería. Traga saliva. Luis coloca los vasos en fila sobre la barra.
Jacinto le dedica un último vistazo a Luis. Sale del local, entra en su coche y, tras intentar arrancar dos veces, se marcha perdiéndose en la noche.
Victoria Samsó Robert
3º Comunicación Audiovisual