El profesor de Historia de la Iglesia, catedrático durante muchos años de historia contemporánea de la Iglesia en la Universidad de Comillas,editor y escritor, Juan María Laboa, ha redactado un largo e interesante exordio acerca de los males y peligros que conlleva la interpretación integrista, fundamentalista e intolerante de los acontecimientos diarios de la Iglesia y, especialmente, de la española en los siglos XIX y XX.
Ya en las primeras líneas de este interesante estudio el profesor Laboa marcaba los objetivos del ensayo: “He pretendido presentar históricamente cómo se ha vivido en la vida eclesial el pluralismo sin dañar la comunión, poniendo el acento en la importancia que en esta historia han tenido la intolerancia y la mentalidad integrista. En este planteamiento dedico especial espacio y atención al integrismo clásico español, que tan importante ha resultado en la segunda parte del XIX, en los primeros decenios del XX, en el franquismo y en estos últimos años” (10). Hay que decir que el tono moderado de los objetivos se agriará muy pronto al quedar sobrepasado por la gravedad de la temática abordada.
La visión que muestra el autor a lo largo de su trabajo es contundente, visceral y repetitiva, de modo que el lector, verdaderamente, no queda convencido, sino abrumado y completamente aturdido. El libro está escrito con prisa, mediante argumentos sencillos sin aportar documentación novedosa sino inrepretación contundente. Por ejemplo al hablar de la Asamblea Conjunta de sacerdotes y obispos de 1971 en España, se lamenta de las interpretaciones que hicieron de los hechos algunos sectores más integristas del clero español, sin reconocer que también algunos historiadores propusieron interpretaciones falsas de los hechos acecidos en la publicación del “Documento romano”, que nunca han podido probar, ni han rectificado.
Al libro le falta orden expositivo, mezcla multitud de hechos, repite los argumentos. Así como, adolece de comprensión del fenómeno y de los motivos por los que los obispos y el magisterio ordinario actuaron con prudencia ante las primeras manifestaciones de novedades en materia doctrinal o social, lo que no pueden ser calificadas de integrismo y fundamentalismo, sino sencillamente, de sentido común. Sobre todo, cuando está en juego la fe del pueblo sencillo. Es evidente, que la falta de interés por hacerse cargo de la cuestión o la negativa a seguir inculturizando la fe en el transcurso del tiempo podría ser integrismo o también pereza mental.
Hay muchas e interesantes lecciones en este libro y sería un error no aprovercharlas como merecen debido a las formas empleadas. En primer lugar, porque los ataques al integrismo son tan radicales y sin matices, que instintivamente pocos se van a dar por aludidos y, por tanto, tenderán a acusar a otros. En segundo lugar, porque los ataques son tan repetitivos que más que llevar a examinar la propia conducta y a rectificar, el lector se sentirá injustamente agredido. En ese sentido se agradece que hay evitado dar nombres de personas y de instituciones, entre otras cosas, porque las personas rectifican y las Istituciones aprenden de sus errores.
En realidad, el libro plantea un problema teológico de un gran interés que es la cuestión de los limites entre la prudencia y la confianza ante las innovaciones, ideas nuevas, retos pastorales e intelectuales que la sociedad plantea al magisterio de la Iglesia a la hora de proponer el mensaje perenne de la Iglesia a las culturas y civilizaciones cambiantes. Como afirmaba Ortega y Gasset la Iglesia tiene dentro de sí una bomba de relojería que es el amor a la Verdad, de hecho, como muestra Laboa cada vez que la Iglesia ha errado en algún juicio sobre alguna persona o corriente de pensamiento ha debido rectificar. Así lo hizo solemnemente san Juan Pablo II el 12 de marzo de 2000 cuando pidío perdón por todos los pecados de todos los cristianos de todos los tiempos y, especialmente, por el uso de la violencia para defender la fe.
José Carlos Martín de la Hoz
Juan María Laboa, Integrismo e intolerancia en la Iglesia, ediciones PPC, madrid 2019, 301 pp.