Y los sueños, sueños son

 

La filósofa malagueña María Zambrano no publicó en 1965 un interesante tratado sobre los sueños recopilando diversos artículos ya publicados, no tanto de psicología, sino de filosofía práctica.

En realidad, los sueños le darán pie para hablar de la conciencia, del espacio y del tiempo, en un ámbito de lo que ella denominaba la razón poética, pues como decía Quevedo: “los sueños, sueños son” (53).

En primer lugar, realizará una magnífica definición y clasificación de los sueños habituales que tenemos los seres humanos, las patologías y los límites entre la conciencia y la subconciencia. Asimismo, la profesora Elena Trapanese, nos trazará la conexión de este trabajo con la fenomenología del espíritu (15).

Es interesante el análisis de la autora acerca de los vacíos durante el sueño, cuando aparece como lugar (55), para terminar con la única acción posible en el verdadero sueño que es sencillamente despertar (57). Enseguida nos dirá: “Toda tragedia poética lleva en su centro un sueño que se viene arrastrando desde lejos, desde la noche de los tiempos, y que al fin se hace visible” (146).

Particularmente, interesa resaltar los comentarios a grandes tragedias clásicas de Edipo, Calixto y Melibea, La Celestina, la metamorfosis de Kafka y el análisis del inolvidable Don Quijote, donde la autora muestra una amplia cultura y fino análisis poético (pp. 169 y ss).

Indudablemente, tantos análisis de célebres tragedias de la literatura clásica le llevarán a enfrentarse seriamente con el propio yo. Ciertamente, el análisis es crudo: “El hombre moderno se ha quedado a solas consigo desde hace mucho tiempo, un tiempo ya inmemorial. Y además sea hebreo, cristiano, griego, se sabe oscuro y responsable ante la luz. Tiene pues que identificarse él mismo, él a solas. Y una vez la revelación, la responsabilidad que suscita no puede ser rechazada por él, sino que, por el contrario, le mueve a ir una y otra vez a ese lugar que, en términos novelescos se llama el del crimen” (213-214).

Es interesante descubrir cómo la autora da un giro rocambolesco para no hablar de la confesión sacramental, como camino para recuperar la paz de la conciencia y asumir la culpa y la pena debida por los pecados: “El género literario llamado confesión muestra lo que el hombre ha de hacer para descubrirse y, así, entrar en el camino de la identidad. Si se la pudiera captar se diría que sea, al par, un ensimismamiento y un desprendimiento” (215).

Volver a la fuente: “A la fuente, decimos. Mas esta fuente no comienza a correr sino en el silencio, en el acallamiento de todas las alusiones acusatorias o adulatorias, que son equivalentes como ruido, sólo como ruido” (217).

José Carlos Martín de la Hoz

María Zambrano, El sueño creador, alianza editorial, Madrid 2023, 232 pp.