Crítica, en forma de novela, del internado de religiosos en el que permaneció el autor durante su infancia y primera juventud. Acusa a los religiosos de malos tratos, pederastia y hace de ellos un perfil denigrante.
Además de la experiencia personal de Pérez de Ayala, su fuente parece ser un religioso con el que tenía confianza y que abandonó la Orden.
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Sólamente el hecho de que en
Sólamente el hecho de que en la novela se critique la devoción al Sagrado Corazón de Jesús hace que no sea recomendable. Al parecer estuvo en el Index de los libros prohibidos. Están los tópicos de siempre: las beatas, los mangantes que buscan un director espiritual que justifique su conciencia, los curas especializados en conseguir herencias, etc.
Los críticos hablan de esta novela como una obra de juventud e iconoclasta del autor. Iconoclasta es el que rompe las imágenes. En este caso se trata de la buena imagen de la Compañía de Jesús. No se puede justificar una pedagogía atrasada y violenta, con un asomo de pederastia en alguno de los supuestos educadores; no obstante, la obra fue publicada en 1910, cuando el autor tenía treinta años. A esa edad se supone que se han podido superar las experiencias de la infancia, también las negativas. Tiene que haber algo más, y nos dice la novela que ese algo es el resentimiento de un miembro de la Orden al que no se le había permitido publicar una obra sobre la evolución, a la que había dedicado su vida y sus estudios. En la novela se dice que ese religioso abandonó la Orden y sugirió que había que suprimirla de raíz. En Wikipedia se identifica a ese religioso como don Julio Cejador.
Pérez de Ayala fue considerado como uno de los padres espirituales de la IIª República. Sabemos que la República expulsó de España a la Compañía de Jesús y que prohibió a los religiosos dedicarse a la enseñanza. También sabemos que la política anticlerical fue una de las causas del fracaso de ese régimen político en España. En la novela se cita una porción de personajes a los que se identifica como anticlericales. Es un fenómeno propio de España en esa época: echar la culpa de los males del país a la Iglesia Católica sin valorar sus aspectos positivos.
Queda por ver si la novela es buena literariamente. El texto tiene algunos momentos brillantes. El autor es asturiano e incorpora modismos de su tierra y ciertos casticismos que nos agradan, por ejemplo el verbo "apropincuar", un latinismo que significa acercar. También configura un capítulo como si se tratase de una escena teatral y otro en forma de diario; rompen la unidad de estilo pero pueden considerarse una experiencia literaria interesante. Sin embargo, encontramos páginas y páginas en las que el autor copia el texto de unos ejercicios espirituales predicados por un religioso. No se nos explica cuál quiere ser el significado de los mismos o el papel que representan en la novela. Esto nos parece excesivo y más bien un relleno. Por último, la tendenciosidad y caricatura sistemática nos repelen. No creo que A.M.D.G. pueda considerarse una de las mejores novelas castellanas del siglo XX.