Durante la segunda guerra mundial, un niño japonés de doce años vive en Nagasaki con su madre y su abuela, mientras su padre lucha en la marina. La añoranza y el miedo a que lo maten en combate son causa de tristeza para toda la familia, pero la amistad de una niña, compañera de clase, le sirve de consuelo al protagonista, quien se enfrenta a los cambios propios de la adolescencia en circunstancias especialmente dolorosas. El cariño de su madre y el entorno familiar le ayudarán a sobrellevar la heroica muerte del padre y le proporcionarán el valor necesario para aceptar este sufrimiento. La acertada ambientación de la narración, con detalles costumbristas significativos, queda realzada por las ilustraciones del libro, que se inspiran en la pintura japonesa tradicional.
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Con este sugerente título, la
Con este sugerente título, la autora presenta un breve relato, lleno de lirismo y poesía para poder acercarse a unos temas profundamente dolorosos: la guerra, la muerte del padre, las privaciones familiares. Solo la suavidad y la dulzura de sus palabras consiguen paliar la tristeza que nos producen los hechos acaecidos en la narración.
La novela, ambientada en Japón durante la Segunda Guerra Mundial, tiene el atractivo de mostrarnos las costumbres y las tradiciones orientales: sus dioses y sus creencias, sus ceremonias públicas y privadas, sus leyendas y sus cuentos mágicos de grullas y zorros dorados. Y por encima de todo ello, nos atrapa especialmente la ingenuidad de su protagonista Ryo, un muchacho de apenas doce años, que debe crecer y madurar muy deprisa, tal y como exigen las circunstancias familiares. Ya hacia el final del relato, su abuela reconoce: “Ya eres un hombre”, un joven nuevo, renacido, más fuerte, más valiente.
Cuando Ryo deseaba hacer algo distinto o fuera de su alcance, su padre siempre le decía: “Aún te quedan muchos ratones por cazar”; de la misma manera, todos a lo largo de nuestra vida tendremos muchos ratones por cazar. Así, conocer esta historia es también comprender la importancia de la superación en el día a día, la necesidad de luchar para vencer las adversidades sin importar que, en cualquier momento, nuestro futuro se pueda ver truncado para siempre: “Cada vida es única, irrepetible. Cada uno está obligado a vivirla con el respeto que se debe a algo tan excepcional”.