«El fin de los padres es el hijo, no sólo en cuanto a la generación, sino también en la educación. Su fin es coeducar al hijo. De modo que la educación unilateral a cargo del padre o de la madre, la poligamia, el divorcio, etc., comportan inexorablemente déficits educativos. La educación del padre y de la madre es distinta, pero complementaria. El padre enseña a jugar, a saber ganar según unas reglas y a saber perder con serenidad. La madre es el regazo, la acogida.
La primera clave de la educación infantil estriba en la educación de los sentimientos, la afectividad. La segunda, en la educación de la imaginación, base imprescindible para la educación de la inteligencia y de la voluntad. Luego viene la educación en el respeto a la verdad, en las virtudes, en la investigación, en la orientación global … ».
El lector está ante unas observaciones educativas tan sencillas como profundas, bien fundamentadas y de gran alcance, llevado de la mano de un pensador profundo que se muestra aquí sumamente asequible.
Comentarios
Merece la pena leerlo.
Es muy sugerente; presenta muchas ideas y cuestiones importantes - algunas de ellas fundamentales para la educación - que pueden ayudar mucho a padres y profesores.
El lector especialista en filosofía puede quejarse de que aborda numerosas cuestiones y no llega "hasta el fondo"; es cierto pero es algo que no puede pretenderse en un libro recopilatorio de conferencias.
Su presencia en los estantes de una biblioteca aporta valor.
Me ha parecido un texto muy sugerente. Hace reflexionar sobre los temas fundamentales de la educación. Creo que hay algunos capítulos –educar la imaginación, educar los afectos, educar para el diálogo- que son de gran importancia para el educador, en primer lugar para los padres. Sabiendo que es una recopilación de conferencias no sorprenderá demasiado alguna repeticiones en los temas o la falta de sistemática en otras partes del libro, pero en su conjunto tiene un gran interés para ponerse a pensar sobre lo que ya tantas veces hemos pensado.
Añado un breve comentario sobre esta obra: su contenido básico lo oí directamente al autor. Se trata de un texto ágil, fresco, dirigido a un público amplio, no de especialistas. Como suele ocurrir en los maestros, pone el dedo en la llaga, aquellas evidencias que se nublan en el correr de los tiempos y las culturas. A los interesados en cuestiones educativas les gustará todo el texto, especialmente los a partir del capítulo III. Sus observaciones en torno al aprendizaje, la imaginación y la inteligencia o la psicología evolutiva reflejan un profundo conocimiento de estas temáticas. Las críticas y comentarios son agudos y abren horizontes que, inmersos en las ciencias particulares, no siempre alcanzamos a realizar.
Sin duda la primera parte, donde la familia tiene su centro en la argumentación, es de interés general y se sustenta sobre una realidad humana de tremendo interés: somos seres inacabados y eso es bueno. Toda persona es hijo y eso es muy bueno. Obvio, pero capaz de llenar el espíritu de aires nuevos.