¿Quién puede ser ese ladrón que roba en las casas sin ser visto? ¿Por qué deja una extraña nota manuscrita?
Bárbara, una niña gordita y astuta, decide descubrirlo. Para ello tiene que estar muy atenta a su alrededor, porque la solución puede encontrarse cerca. Cuando Bárbara logre desenmascarar al ladrón, su labor como detective no habrá hecho más que empezar. Vendrán nuevos y difíciles casos que procurará resolver siempre con ingenio, muchas veces con valentía.
Además, pronto contará con la ayuda de su amigo y vecino Tomás y de una nueva amiga: una urraca.
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“Cuando mi madre me habló de aquellos extraños robos, decidí ser detective”. Así arranca la historia de tal forma que el lector no puede soltar el libro ya. Poco a poco iremos sabiendo más de la vida de Bárbara, de la muerte de su padre, de la relación con su madre. Los lectores a partir de siete años se sentirán identificados con Bárbara y se verán envueltos en una intriga que nos le va a dejar descansar.
La urraca Pingüina (la llama así porque sus colores recuerdan a un pingüino) aporta el toque original y tierno a esta trepidante narración. No faltarán los peligros dentro y fuera del colegio.
La amistad, el luchar contra las adversidades, la defensa de la prudencia frente a los peligros, la ternura y la defensa de la vida como fuente de felicidad son valores que los lectores descubrirán entre los sucesos de los cuatro casos que Bárbara tendrá que resolver.
Junto a la intriga trepidante se ofrece una reflexión sobre la realidad, ofreciendo una visión coherente y positiva.