En un pueblo de Sicilia, tras llegarle por correo un anónimo al farmacéutico, es asesinado durante una jornada de caza junto a otra víctima, el respetado médico Roscio. La policía no parece aclararse en la investigación, pero el profesor de secundaria Laurana, culto y considerado por sus vecinos comunista - aunque más bien es un liberal radical, como lo fue el propio Sciascia - se había fijado que la misiva amenazadora estaba escrita con recortes del diario católico L’Osservatore Romano, pues su logotipo con la frase Uniquique suum – “A cada cual, lo suyo” – figuraba en el reverso del texto (de Ángel García Prieto).
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Laurana se va involucrando en una investigación hasta protagonizar la historia de esta novela, irónica hasta el sarcasmo, que sin embargo no pierde un aire de humor para diluir su fondo agrio y dramático y llegar incluso a escenas que rozan el sainete, cuando los contertulios del casino entre juegos de palabras eróticos acaban de analizar hipócritamente las conductas y deseos ocultos de sus paisanos.
Es, quizá, una novela que deriva y fuerza las situaciones demasiado, con su carga ideológica; mejorada por otras posteriores, como son las citadas al principio.
(de Ángel García Prieto )