Isabel y su hijo salen de China impulsados por la revolución comunista. Gerard, su esposo, medio chino medio norteamericano, del que Isabel está perdidamente enamorada, pronto descubrirá que la puerta ya se ha cerrado para él y que no puede seguir a su familia.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1993 | Plaza&Janés |
207 |
Primera edición USA en 1957. |
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La escritora Pearl S. Buck tuvo siempre el alma dividida. Hija de un matrimonio de misioneros norteamericanos en China, en su obra "Mis dos mundos" cuenta como tuvo una infancia feliz; hablaba chino y recibía clases de un maestro sobre las enseñanzas de Confucio; cuando con otros niños jugaba a las guerras entre chinos y "malvados extranjeros" para ella lo natural era figurar en el ejército chino. Allí también, al llegar su momento, contrajo matrimonio con un ingeniero norteamericano, matrimonio que fracasó. Cuando la revolución la obligó a abandonar el país dejaba enterrados en China a sus padres, a varios hermanitos fallecidos en la infancia y el recuerdo de un matrimonio que debería haber sido para toda la vida. Por eso algunas novelas de Pearl S. Buck rezuman nostalgia con China como telón de fondo. Carta de Pekín forma parte de este tipo de obras: Isabel y su hijo Rennie marchan a los Estados Unidos porque China ya no es segura para los extranjeros. Gerard, su esposo, ocupa un buen puesto y es hijo de padre americano y madre china por lo que se siente más seguro. Cuando quiera marchar ya no le será posible, incluso su correo es censurado. Pasan algunos años e Isabel recibe una carta de Pekín en la que Gerard le pide autorización para tomar una "esposa temporal". "En China -explica- no es costumbre que un hombre viva solo y las autoridades me vigilan". Mientras tanto su hijo Rennie ha crecido y experimenta en América las dificultades de su doble origen. Tampoco comprende la situación de su familia. La novela es corta y los capítulos breves, llenos de sentimiento y de hermosas descripciones.