Catequesis

Leyendo a Cirilo de Jerusalén uno percibe que hay un motivo, entre otros muchos, más urgente para recuperar el interés por la patrística y es el paralelismo entre la época en que se desarrolló ésta y el momento actual. Si los primeros pastores de la Iglesia hubieron de afrontar el tema de las nuevas incorporaciones de adultos a la Iglesia, provenientes del paganismo o bien del judaísmo, como en el caso de Cirilo, hoy topamos con una situación parecida.

No son pocos los no bautizados en la infancia y, de estos, unos cuantos, cada vez más en el proceso de secularización en que nos encontramos, se acercan a la Iglesia siendo ya adultos. ¿Qué se les ofrece entonces? Parte de la respuesta de la Iglesia se encuentra en los nuevos movimientos, capaces con un brío que proviene del Espíritu Santo de anunciar el Evangelio al hombre de hoy. Pero, como la Iglesia se siente heredera de una tradición, es bueno reparar en los que nos precedieron y supieron afrontar situaciones parecidas a las nuestras.

Una de las cosas que sorprende de los primeros siglos es la importancia dada a las catequesis. Grandes Padres como Agustín, Ambrosio o el mismo Cirilo acometieron dicha tarea que pocas veces eran capaces de delegar y aún entonces en personas muy bien preparadas. La transmisión de la fe, especialmente a los catecúmenos, se percibía como una misión urgente y delicada. Buena prueba de ello es el extenso texto que nos ha legado el obispo jerosolimitano (313-386).
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Ciudad Nueva
560
9788497150804
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