Con mi madre

Evoca la autora en este libro los recuerdos que conserva de su madre y la íntima relación que las unió a lo largo de algo más de medio siglo. Su vinculación con ella se desarrolla en un clima de independencia personal pero con una supeditación afectiva muy fuerte. La obra hace un balance poético y literariamente bien expresado de una figura querida y entrañable con estilo sencillo, intimista y de lenguaje fácil.

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2001 Anagrama
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Imagen de Guille

El fallecimiento de su progenitora da lugar a Soledad Puértolas a esta meditación personal, emotiva sin duda, pero de escaso interés general.

Está escrita de un modo que no recordamos como habitual en esta escritora. Abusa de las oraciones muy cortas y hay un uso bastante caótico de la puntuación, me refiero a las comas.

Interés autobiográfico, para los fans de la autora, no dudo que tenga este libro, pero las meditaciones sentimentales que va encadenando no tienen altura literaria ni filosófica.

La evocación de la figura materna da motivo, evidentemente, a repensar la infancia propia de la autora, donde la presencia materna aparece, omnímoda, en mil y un detalles que conformaron su personalidad. La relación entre madre e hija, incompresible para el hombre, está aquí abordada con toda intensidad, y –aparentemente- con una sinceridad a tumba abierta, donde no se oculta –por ejemplo- las tendencias moderadamente alcohólicas de la madre.

La autora nos inunda de descripciones prosaicas y aburridas que en muchas ocasiones ya ni siquiera tienen gran cosa que ver con el deceso materno. Que la autora nos precise si ella es una nadadora "suave" o fuerte, lo que bebe o fuma o sus preferencias culinarias, es absolutamente irrelevante por sí mismo. Y aquí no forma parte de una trama, encadena sucedidos que no llevan a ninguna conclusión, que no están justificados, que nos aburren y abruman porque, al menos personalmente, su vida privada no nos interesa. Esto no es una novela, por tanto, ni una colección de relatos, sino un testimonio personal, nada más.