Veinticinco entrevistas a personajes conocidos de Cataluña en los años sesenta. Predominan los escritores y periodistas, pero también encontramos a actores y actrices como Marsillac o Nuria Espert; pintores o escultores como Dalí, Tapies o José María Subirachs; algún empresario y algún político de aquellos tiempos como el Alcalde de Barcelona Porcioles o los tenientes de alcalde Cruylles y Roig. Las entrevistas no son muy profundas, pero algunos entrevistados se lanzan a tocar temas políticos.
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Tratando de alcanzar una
Tratando de alcanzar una cierta perspectiva sobre el problema de Cataluña acudo a un libro de entrevistas que alcanzó cierta fama allá por los años 60. ¿Qué opinaban los intelectuales catalanes sobre la especificidad de esa región española? Comienzo por la entrevista que hace el autor a Santiago de Cruylles, que fue teniente de alcalde en Barcelona y Director General de Transportes del MOPU.
SP.- ¿Existe un problema catalán?
- "España es un compuesto de diversas regiones (...) pero se han despreciado las diferencias. Por otro lado ocurre que, a partir del siglo XIX, tiene lugar un gran resurgir económico de Cataluña, mucho más fuerte que el del resto de España. Como consecuencia de este resurgir económico hay un resurgir cultural y político. Es una ley histórica" (pág.161).
SP.- Supongamos que en Madrid haya doce directores generales catalanes ¿qué ocurriría?
- "La gente responsable de Cataluña tendría la sensación de que Madrid ya no les es hostil, de que en Madrid hay gente que te entiende (...) y el catalán perdería su complejo de inferioridad" (pág.162).
Pablo Roig, empresario y teniente de alcalde que había militado en la Lliga Regionalista de Cambó, afirma: "Se quiere mantener a toda costa la preeminencia de Madrid como clave de un centralismo uniformista (...) Cataluña puede aportar a la política española un sentido realista, un sentido conservador y lo que se ha llamado el pactismo" (pág.178).
SP.- El fabricante de tejidos catalán ¿de qué partido se haría?
- "Posiblemente se emplazarían desde un conservadurismo de derechas hasta la Democracia Cristiana (...) ¿Qué es lo que uniría a toda esa gente? Una cierta tradición de catolicismo militante y el deseo de construir la convivencia sin rupturas violentas" (pág.179).
El periodista y patriarca de las letras catalanas, Josep Plá, responde: "El nivel medio político en el mundo es muy bajo pero contiene un cierto sentido común, un cierto instinto de no molestar a los demás y de no ocasionarles más sufrimiento del que ya tienen. Éste es el objetivo general de la política en el mundo. Éste y el mantenimiento de la paz".
SP.- ¿El pueblo desea la paz?
- "El pueblo desea que los restaurantes estén abiertos, que las cloacas funcionen y que haya sitio en los autobuses".
No es lo mismo que opina el poeta Salvador Espriu cuando proclama: "Nosotros no tenemos prensa [en catalán], no tenemos radio, no tenemos televisión, no tenemos enseñanza" (pág.116).
SP.- ¿Qué opina de Eugenio D'Ors?
- "Mi concepto de los escritores catalanes que reniegan de su lengua es bastante duro (...) el escritor catalán que escribe en castellano está perdido" (pág.118) -contesta Espriu.
Gironella, escritor gerundense en castellano que había novelado la República, la Guerra Civil y la post-guerra, dice: "Tengo escasa confianza en el futuro de España. No por causa del Gobierno, sea cual fuere, sino por la raza en sí. Raza espasmódica, inconstante, envidiosa, patética. Los que tenemos sentido del humor podemos pasarlo en grande; pero como empresa colectiva somos un desastre" (pág.50).
Para concluír una cita del periodista Manuel del Arco que había trabajado en el "Diario de Barcelona" y "La Vanguardia": "La cosa que más falta le hace a España es poner en contacto a todos los españoles de buena voluntad. Que cuando nos encontremos tres españoles, en vez de mirarnos con recelo nos entrenemos a hablar pacíficamente y a decir siempre la verdad" (pág.65).
En conclusión, en aquella época los catalanes pensaban que "el problema catalán" había había aparecido por el desigual desarrollo económico de las distintas regiones españolas; que existía un centralismo uniformista y un déficit de estructuras culturales en catalán. Algunos tienen una cierta obsesión por compararse con Madrid y piensan que en la Capital no se les quiere, pero también temen que ésto suponga un cierto complejo de inferioridad. Los más viejos opinan que Cataluña puede aportar algo a la convivencia en España e invocan el sentido común y el deseo de evitar rupturas violentas.
Es una radiografia de lo que opinaban algunos catalanes hace cincuenta años, pero podemos pensar cómo han cambiado las cosas a partir de la Constitución española de 1978. Personalmente me sumo a lo que opina Gironella. Lo siento.