Cuando los dioses permanecen silenciosos

Marck Timoteevich pertenece a una familia campesina rusa que se ha sumado a la revolución bolchevique. En Rusia el comunismo se consolida en manos de Stalin, el cual, temeroso de conjuras contra su persona, comienza una serie de purgas entre campesinos, militares, médicos, ingenieros e incluso entre los comunistas de primera hora. Estos aborrecen la dictadura de Stalin bajo la apariencia de una dictadura del proletariado, pero el miedo es universal y lleva a la mayoría a guardar silencio.

En junio de 1941 los ejercitos alemanes invaden la URSS, lo que toma a Stalin desprevenido. Opta por recuperar para el ejército a aquellos que había apartado. Marck Timoteevich llega al frente con el grado de comandante y se le ofrecen dos alternativas: Colaborar con los alemanes para luchar contra el comunismo o, por el contrario, luchar contra estos para después dirigir su ira hacia el estalinismo. La crueldad de los alemanes le obliga a seguir la segunda opción. Refugiada en los bosques, la unidad de Marck Timoteevich emprende acciones contra los invasores, mientras tanto Stalin, que tiene noticias de una unidad del ejército que actúa sin seguir las órdenes de Moscú, ordena eliminar a sus jefes.

Sabemos muy poco de la guerra civil en Rusia previa a la consolidación de la revolución comunista. Sí hemos oído hablar de las purgas de Stalin, que produjeron millones de muertos en su país. Soloviev pone de relieve la miseria que imperaba en Rusia después de la revolución. Los orígenes de Marck Timoteevich golpean su conciencia cuando ve cómo los campesinos son eliminados o enviados a Siberia con sus familias, sólo por defender sus tierras, sus ganados y sus cosechas: "Antes éramos pobres pero libres, ahora somos igualmente miserables pero vivimos sometidos".

La novela se lee bien y evoca el ambiente que se pudo vivir en aquella época y lugar.