Primero fue la pérdida de un gran amor. Después la anestesia, el bloqueo de las emociones para evitar el dolor. Y más tarde, el descubrimiento de que ya no había vuelta atrás: con el suicidio de los sentimientos, la muerte de los sentidos era total. Así empieza este libro intimista y descarnado en el que un hombre de identidad cambiante (antes se llama a sí mismo Urbano, después se vuelve lnocencio) descubre que la única manera de recuperar el placer es con experiencias radicalmente nuevas.
En Diario de Golondrina la pluma de Amélie Nothomb se encarna por vez primera en una voz masculina, en un Yo frío y distante, no exento de la ironía que caracteriza la obra de la escritora belga, que nos reta a desvelar el secreto que esconden las páginas del diario del asesino.