Primero fue la pérdida de un gran amor. Después la anestesia, el bloqueo de las emociones para evitar el dolor. Y más tarde, el descubrimiento de que ya no había vuelta atrás: con el suicidio de los sentimientos, la muerte de los sentidos era total. Así empieza este libro intimista y descarnado en el que un hombre de identidad cambiante (antes se llama a sí mismo Urbano, después se vuelve lnocencio) descubre que la única manera de recuperar el placer es con experiencias radicalmente nuevas.