Lorenzo trabaja de bedel en una escuela, mantiene a su madre, tiene las ideas muy claras sobre muchas cosas y en los ratos libres, y todos los domingos durante la temporada, va de caza. Contempla el mundo con su lúcida inteligencia de muchacho de pueblo y se cuenta a sí mismo las cosas que pasan sin pensar en la posteridad. Su existencia, aunque estrecha y humilde, está tamizada por un optimismo beligerante y una clara conciencia de su dignidad. Frente a los sinsabores cotidianos está siempre la caza, que le llena el alma de gozo -desde la elección de los cartuchos al regreso con las piezas- incluso en los días de fiasco.
Comentarios
Impresiona pensar que este libro excelente se escribió hace más de cincuenta años. La literatura es de la época: realismo literario. No sé si me recuerda a Pascual Duarte, pero de un modo suave, sin el tremendismo de Cela. Los tipos y costumbres son de la época: las tardes en el café, "no me llega el dinero para la plaza", el pluriempleo, los embarazos de la Modes, la mortalidad infantil y la Misa de una en los Capuchinos. Hace sonreír el comentario de don Basilio, el Director del Instituto: "El nuevo régimen está montado sobre la base de protección a los humildes". El lector se siente próximo a Lorenzo, el protagonista, bedel del Instituto y cazador. Su noviazgo con Anita evoca aquel refrán según el cual "los amores reñidos son los más queridos". Discutir, romper y luego reconciliarse; era el modo que tenían en aquella época de bajar las hormonas. Al fondo está Valladolid, con el Sagrado Corazón iluminado por las noches y el tren que lleva a Galicia. Pero este libro me gusta sobre todo filológicamente; me gusta el lenguaje del cazador. Hallazgos como "los dedos esmorecidos por el frío". Esmorecer se usa en la lengua gallega y tiene, entre otros significados, debilitarse o apagarse. Lorenzo usa muchas veces la expresión "me da lacha". Lacha es una palabra que se usa en Navarra y significa reparo o vergüenza. Sería bonita una edición del "Diario de un cazador" que estudiase filológicamente los términos que utiliza el autor. El formato de Diario me recuerda –no sé si con fundamento- a "Verde agua" de Marisa Madieri.
Esta obra, la primera de la trilogía de " Diarios de Lorenzo " parece las mejor ya que el personaje, fanático de la caza, muestra su faceta de sencillez, humanidad y comprensión, a la vez que tipismo tanto en su hacer como en su decir. Con su castizo, chistoso e ingenioso modo de expresarse arranca del lector muchas risas y sonrisas.
En las siguientes obras de la trilogia citada: Diario de un emigrante y Diario de un jubilado, el personaje decae en cuanto a calidad humana pasando del soñador cazador al descreido jubilado.
Delibes consigue con Diario de un cazador -Premio Nacional de Literatura 1955- una obra extraordinaria, divertida -a menudo hilarante- y conmovedora, y convierte a Lorenzo en uno de los personajes más intensos y de carne y hueso de la literatura española.