En mayo de 1951 encomendaron a Merton la formación de los monjes que se preparaban para los votos solemnes y la ordenación. Esta misión le dio una perspectiva nueva sobre la dirección espiritual, como expresa en una entrada de su diario escrita en febrero de 1953: “La dirección es a veces una experiencia de reconocimiento: ellos reconocen algo nuevo en su persona y yo en la mía, pues Dios se reconoce en nosotros”-. Estas palabras, publicadas por primera vez en 1959, gozan de plena actualidad porque, como el resto de la presente obra, son fruto de casi dos décadas de experiencia de vida monástica y de dirección espiritual, en la doble vertiente de dirigido y de director.