Recoge dos cuentos que pertenecen a su libro de relatos El lledoner de la clastra y que ya habían sido publicados en castellano, en 1971, en la colección Cuadernos Anagrama. En el primero, que lleva el título Marcel Proust intenta vender un De Dion-Bouton, el autor francés escribe una larga carta a su administrador para que le venda un automóvil y con la sutileza que le da a Villalonga el conocimiento minucioso de la obra de Proust y sus propios recursos literarios, escribe un paródico remedo de lo que podría haber sido este suceso en la vida del celebrado autor de A la recherche du temp perdu. El segundo breve relato – titulado Charlus en Bearn - recrea la estancia de un personaje de la obra proustiana, el barón de Charlus, en Mallorca. Allí había acudido en primavera para fotografiar los almendros en flor, mal orientado por el primer verso de un soneto que dice "¡Oh almendros en primavera!" y no darse cuenta de que cuando en realidad florecen es en invierno. Luego decide abandonar la capital, para refugiarse en la casa que tienen en Bearn unas amistades de noble abolengo.
Comentarios
Los relatos tienen en común la ironía y el humor que el Villalonga utiliza con maestría para recrear el mundo literario de Marcel Proust. En el segundo texto, una anécdota de la vida cotidiana entre señores y criados va a llevar a Charlus a recrear ese mundo subjetivo, brillante, mundano y enrevesado de Marcel Proust. Ambos relatos tienen en común la ironía y el humor que el Villalonga utiliza con maestría para recrear el mundo literario de Marcel Proust.
(de Ángel García Prieto)