Edgar Allan Poe fue uno los escritores estadounidenses más prolíficos y destacados de la literatura norteamericana del siglo XIX. Sin embargo, su vida estuvo lejos de ser tranquila y apacible; por el contrario, se caracterizó por grandes períodos de dolores, crisis nerviosas, adicciones e inestabilidades emocionales, que lo llevaron a tener un triste final. Poe murió prácticamente olvidado y despreciado. Sólo mucho tiempo después de su muerte, su nombre tuvo el reconocimiento que en vida hubiese merecido.