Este pequeño gran clásico de las letras norteamericanas, publicado en 1898 e inédito hasta ahora en español, cuenta las divertidas aventuras y anécdotas, de viaje en viaje, de un peculiar coleccionista de libros. Un bibliótafo entierra libros; no literalmente, pero a veces con el mismo efecto que si los hubiera metido bajo tierra. Uno de ellos, el más simpático que ha pisado las calles durante mucho tiempo, es el protagonista de esta historia. Acumuló sus libros durante años en el enorme desván de una granja del condado de Westchester. Cuando aquella biblioteca ya no cupo en el desván la trasladó a un gran almacén del pueblo. Era la atracción del lugar. Los aldeanos aplastaban la nariz contra las ventanas e intentaban curiosear en la penumbra a través de las persianas medio bajadas…
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2015 | Periférica |
112 |
978-84-16291-06 |
Comentarios
Es un libro engañoso. Parte
Es un libro engañoso. Parte de la idea de un hombre amante de los libros, que los tiene en cantidades ingentes, pero en realidad el autor se detiene mucho más en describirnos como era este personaje, culto, chistoso, sarcástico, amante de los libros pero no lector. Está lleno de los dichos ingeniosos del protagonista, que seguramente serán divertidísimos en inglés –el consabido humor inglés, que no es el castellano- pero el traductor todo lo más que ha hecho es esclarecer quienes son los personajes nombrados. Se da por supuesto que los dichos del bibliótafo son ingeniosos, pero apenas hay alguno que tenga gracia una vez traducido. Lo único que tiene que ver con el título y la intención inicial es que es un hombre que compra libros en cantidades industriales, pero que no lee. Se le describe como hombre elocuente y culto, pero aquí encontramos una contradicción, pues si no es lector, ¿de dónde le viene su inmensa cultura? Leer artículo...