El caudal es mi último libro de poemas. Fue escrito desde el año 2009 al 2012, aunque los títulos que lo integran vinieron mayoritariamente en los dos años pares de ese periodo, en intensas etapas creativas seguidas de otras silenciosas mucho más dilatadas. Con esta misma y -válgame la paradoja- voluble constancia también surgieron mis libros anteriores, de modo que resulta comprensible el hecho de que, hasta llegar a su configuración definitiva, todos pasaran por distintos avatares.
Cuando era muy joven y aún no había publicado apenas nada, veía con desdeñosa altivez la posibilidad de autopublicarme. Pensaba yo que una edición de autor revelaba, de antemano, un par de deméritos: uno, la presumible falta de excelencia de una obra incapaz de haber hallado editor; el otro, la limitada honrilla de quienes se aventuraban en tales empresas. Ya se ve que cuando uno es joven e inexperto curiosamente abriga más fantasmas y prejuicios. Supongo que si sus hermanos mayores lo encontraron antes, El caudal también podría hallar el aprecio de algún editor y ver la luz en las librerías. Con todo, ha sido mi decisión autoeditarme dándolo a conocer en este medio.
De todos los géneros, el poético es sin duda el más frágil, el que más precisa del cuerpo tangible del papel, y del espíritu que forman el dibujo tipográfico y el grato olor de la tinta. Todo lo cual, por así decirlo, constituye igualmente materia esencial de la propia poesía, inseparable del sonido y el concepto de las palabras. Por eso no descarto la posibilidad de publicar algún día el presente libro en papel, del mismo modo que los otros míos precedentes. Varios son, sin embargo, los beneficios de un sitio web. Aparte de la fácil accesibilidad, sobre todo valoro verme libre de ciertas cargas y formalidades para las que ya empiezo a sentirme algo cansado. Hay también otra ventaja: a partir de ahora nadie me preguntará dónde se venden mis libros. A.M.