El pequeño Colton, hijo de un pastor protestante, se somete a una grave operación a los cuatro años. A pesar del pesimismo de los médicos, el niño logra salir de una muerte casi segura. A medida que pasa el tiempo y a través de conversaciones con sus padres va haciendo comentarios sobre una visita que hizo al cielo durante su operación. Cuenta cómo es el propio Jesús el que le tiene sentado en sus rodillas vestido con una túnica blanca y un manto dorado. Poco a poco los padres, intentando no violentarlo, le hacen diferentes preguntas sobre lo que vio: su hermanita muerta a los dos meses de gestación, se le acerca con enorme alegría y lo abraza lo mismo que hace su bisabuelo, al que lógicamente no conoció y que es capaz de reconocer en una antigua foto. El niño cuenta con total naturalidad todos estos encuentros sin pensar en ningún momento que sea algo extraordinario visitar el cielo. Sabe que estuvo allí porque había muerto unos minutos y por eso fue capaz de ver "desde arriba" a su padre rezando en una habitación y a su madre llamando por teléfono mientras lo operaban.
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Conviene advertir que no es
Conviene advertir que no es obligatorio para el creyente compartir el contenido de este libro. Tampoco hay que pensar que el no creyente vaya a encontrar la fe en él; sin embargo es hermoso recibir cualquier cualquier atisbo de aquel futuro que esperamos, y, por otra parte, contiene verdades teológicas graciosamente expresadas por un niño de cuatro años. Por ejemplo cuando Colton ya recuperado asiste a un funeral, exclama en voz alta: "¡Si no llevaba a Jesús en el corazón, no podrá ir al cielo!" (pag.103). Insiste tanto en la idea que sus padres tienen que sacar al niño del templo no sea que termine por comunicar su preocupación a los deudos del fallecido. Llevar a Jesús en el corazón es una hermosa síntesis sobre la fe y el juicio de Dios. También recuerda a su padre cómo Jesús ama a los niños: "Oye, papá, Jesús me pidió que te dijera que ama muchísimo a los niños" (pag.165). Finalmente el padre le tranquiliza asegurándole que, si alguna vez va él mismo al cielo, le dirá a Jesús que Colton le dió correctamente el mensaje. Colton se refiere a la vocación de su padre como una llamada personal de Dios: "Jesús me dijo que fue donde papi y le dijo que quería que fuera pastor, que papi le dijo que sí y Jesús se puso muy contento" (pag.146). Otro episodio hermoso se refiere a la ayuda que Dios presta al pastor cuando éste predica a su congregación: "Jesús le dispara rayos de poder a papi cuando papi habla". ¿Cómo es ese poder? -le interroga el padre. "Es el Espíritu Santo -me respondió con total simpleza". No está nada mal para un niño de cuatro años y debe ser reconfortante para los predicadores. Todd Burpo le pregunta a su hijo si ha visto a Satanás y el pequeño le contesta afirmativamente. ¿Cómo era? -le pregunta el padre. A esta pregunta Colton no contesta y se limita a endurecer el gesto (pag.201). De algún modo se trata de un signo de veracidad del relato, ya que, si se tratase de algo imaginado, nada sería más fácil, para dar rienda suelta a la imaginación, que una pregunta sobre el aspecto de Satanás. Otro detalle interesante es que el relato de Colton no es lineal. En ningún momento realiza una narración continuada de los hechos, sino que, a lo largo de dos años, va dando respuestas a preguntas concretas. Si se tratase de un sueño inducido por la anestesia o, en el peor de los casos, de una historia imaginada, lo lógico es que el niño la hubiese relatado inmediatamente y toda seguida. Él no puede saber porqué se produce esto pero nosotros sí. En el cielo conoceremos las cosas en Dios y en la medida en que Él nos las quiera comunicar; luego la información no guarda ninguna relación con el transcurso del tiempo porque en Dios el tiempo no existe, como nos explica la filosofía. La eternidad divina se define como "posesión perfecta y simultánea de una vida interminable". La simultaneidad excluye el tiempo.
Primero, no hay que olvidar
Primero, no hay que olvidar que el autor es un pastor protestante. Por lo tanto tiene ideas, en estos temas tan delicados, que son distintos a las de los católicos (por ejemplo en los sacramentos).
Segundo, cuando en una historia tan poco creíble -aunque sea simpática y positiva- se dice que es verdadera, pues hay que entender que es tan verdadera como tantas otras historias sobre estos asuntos que son cuentos bonitos, pero no son verdaderos.
Y tercero, una de las manifestaciones de que no es verdadero son las descripciones que se hacen de la gente en el cielo...
El libro está contado por el padre de Colton, pastor protestante y una persona metida en el mundo editorial con experiencia en la edición de libros. Las visiones que tiene el niño las cuenta el padre van de una forma muy amena con una dosis de intriga, tratando de trasladar al lector la normalidad con la que el niño narra, de forma muy natural, lo que vio en el cielo. En ningún momento el lector piensa que esas historias puedan ser inventadas por el padre como si de un libro de ficción se tratara; al contrario, el padre es capaz de transmitir el asombro y la curiosidad que tanto él como su mujer sienten ante lo que Colton les cuenta.
El texto es muy ágil y el lector se siente en la necesidad de seguir leyendo para descubrir lo que un niño de cuatro años cuenta con expresiones muy semejantes a las de la Biblia.
Los personajes de los padres están muy bien reflejados a través de sus vivencias. Representan una pareja muy coherente con sus principios morales y religiosos; el padre establece unas comparaciones bastante exactas entre lo que el hijo cuenta y diferentes pasajes de la Biblia, sobre todo del libro del Apocalipsis. Claramente se aprecia la preparación del padre como pastor protestante y su conocimiento de los libros sagrados.
Además de la historia tan peculiar, el libro nos presenta un modelo de familia a imitar. Padres e hijos viven las vicisitudes de una vida en algunos momentos muy difíciles de asumir y que son capaces de afrontar bajo una perspectiva sobrenatural con una total confianza y abandono en Dios.