Tras la invasión de Holanda, los Frank, comerciantes judíos alemanes emigrados a Amsterdam en 1933, se ocultaron de la Gestapo en una buhardilla anexa al edificio donde el padre de Ana tenía sus oficinas. Eran ocho personas y permanecieron recluidas desde junio de 1942 hasta agosto de 1944, fecha en que fueron detenidos y enviados a campos de concentración. En ese lugar y en las más precarias condiciones, Ana, a la sazón una niña de trece años, escribió su estremecedor Diario: un testimonio único en su género sobre el horror y la barbarie nazi, y sobre los sentimientos y experiencias de la propia Ana y sus acompañantes. Ana murió en el campo de Bergen Belsen en marzo 1945. Su Diario nunca morirá.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1976 | Plaza y Janés |
317 |
De la edición reducida publicada por Otto Frank en 1947. |
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2002 | RBA-Plaza y Janés |
285 |
De la edición completa publicada en 1982. |
Comentarios
Hacía mucho tiempo que quería leermelo, ya que oía a la gente decir que era un libro bueísimo. Bueno, pues mi opinión es que es bueno en cuanto a la redacción. Se nota que Ana escribía muy bien. Por otra parte, la historia es regular. En unos momentos se hace aburridísimo, pero en otros interesantísimo.
¿Se lo recomendaría a la gente? Pues sí, ya que nos puede enseñar cómo fue la vida durante la II Guerra Mundial.
Los días que más me han gustado han sido:
1. Sábado, 27 de noviembre de 1933
2. Martes, 7 de marzo de 1944
3. Sábado, 15 de julio de 1944
Nunca olvidaré cuando leí este libro por primera vez. Estaba yo una tarde echado en la cama leyendo el DIARIO, cuando entró en mi habitación Gregorio Ordoñez para darme un recado cualquiera. Era el mismo Gregorio Ordoñez que luego fue dirigente del Partido Popular en Guipúzcoa y murió asesinado por ETA. Entonces estudiaba periodismo. Tanto Ana Frank como Gregorio fueron víctimas de la barbarie; no los olvidaremos nunca. Ana Frank fue una joven judía, residente en Amsterdam que, de los trece a los quince años, tuvo que permanecer escondida a causa de la persecución de que eran objeto los judíos europeos durante la segunda guerra mundial. La acompañaban en su encierro sus padres, su hermana y cuatro personas más. Corrían los años 1943 y 1944 y los alemanes ocupaban Holanda. Finalmente en 1944, cuando ya los aliados habían desembarcado en Francia, el grupo es delatado y enviado a los campos de concentración. Casi todos murieron muy poco antes de la liberación. Ana y su hermana Margot de una epidemia de tifus en el campo de Berger-Belsen, al norte de Alemania. Sólo sobrevivió Otto Frank, el padre de Ana, que luego publicaría los escritos de su hija. El interés del Diario está en el esfuerzo del grupo por sobrevivir –esfuerzo que ya desde el principio sabemos que va a ser baldío- y sobre todo en la juventud de su autora. No es la misma la percepción que tiene de una situación límite –miedo, hambre, encierro- una jovencita de trece años que la de un adulto. Por otra parte el Diario aborda cuestiones importantes para cualquier joven: La lucha de Ana contra su propio carácter; las dificultades para entenderse con sus padres y con los demás ocupantes de la casa en una situación de convivencia permanente. El amor. El estudio, que no abandonó durante el encierro. O las ganas de ser algo después de la guerra: periodista o escritora. También nos trasmite sus pensamientos sobre las causas del antisemitismo y la necesidad de seguir siendo judía a pesar de todo. Sobre la inutilidad de la guerra y, al mismo tiempo, la locura de cerrar los ojos frente a actitudes agresivas como la que mantenía Alemania antes de 1939. Si es que se puede aprender algo de la historia y de las personas –o al menos compadecerlas- vale la pena leer este libro.