La conquista de México constituyó sin duda una de las mayores gestas acontecidas en la historia de la España imperial. Hernán Cortés y su ejército de quinientos soldados consiguieron para su Rey y su religión el más importante de los imperios del Nuevo Mundo: el azteca. En esta obra, convertida ya en todo un clásico dentro de la novela histórica contemporánea y que se edita ahora en una excelente nueva traducción, Passuth combina hábilmente las crónicas contemporáneas, los datos arqueológicos y su amplio conocimiento del escenario histórico para recrear una de las etapas más fascinantes de la historia del Nuevo Mundo, y reflexionar sobre el impacto que supuso para españoles y mexicanos el choque de dos culturas contrapuestas.
Comentarios
De las tierras e islas
De las tierras e islas conquistadas por los españoles en América el caso de Cortés en México es el más literario.
En la conquista de México se dan los elementos de una epopeya. El héroe, Hernán Cortés, se enfrenta a enemigos poderosos a los cuales vence. Las figuras trágicas son dos emperadores aztecas: Moctezuma, débil, y Cuautemoc, fuerte y rencoroso. La heroína es la india Malinalli, Doña Marina, traductora y amante de Cortés al que dió su hijo mayor Martín. El villano es el Gobernador de Cuba Velazquez, que deseaba para sí el oro y la gloria. El coro lo forman los capitanes y compañeros de Cortés con los cuales conquistará un Imperio. Y el Juez que pondrá a cada uno en su lugar es un joven alemán, ahora Emperador de dos mundos, Carlos de Austria.
En esta historia cada español es un héroe y las figuras femeninas, trágicas o heróicas, estan muy bien tratadas. En la noche triste de Otumba las mujeres cubrieron los huecos que se abrían en las filas y la panadera Isabel de Palacios gritaba a los soldados: "¡Detrás de mí...detrás de mí!". Cortés nunca olvidaría ese grito (pág.471).
El autor subraya las características de Cortés: ¿Dónde se ha visto que el hombre que ha conquistado un Imperio sienta un respeto reverencial por su Rey, al otro lado del mar, al que ni siquiera conoce? ¿Dónde que un capitán concierte Tratados en nombre de la Corona de Castilla -como el que suscribe con sus aliados tsaltecas- y se imponga al Consejo de Indias y a la Cancillería para que sean respetados? ¿Dónde que, lector de Cesar y de Plutarco, pase muchas noches en vela para poner por escrito las hazañas de un puñado de españoles? ¿Dónde, por último, que funde ciudades a la manera española y colegios donde estudiarán los hijos, blancos o mestizos, de los conquistadores, junto con los hijos de los caciques indígenas?
Y al revés: ¿Dónde se ha visto que el conquistador de un Imperio para la Corona se vea acusado de capitán rebelde y tenga que responder de sus actos ante los funcionarios? ¿Dónde que se deje interpelar por sus soldados y no responda otra cosa que "Sosiéguese o váyase de mi presencia"? Es Cortés el hombre, el soldado y el diplomático.
De la lectura de este libro queda claro que no se enfrentaron los soldados sino las culturas, y la que demostró ser superior venció. Los aztecas sacrificaban sus niños y jóvenes al dios Quetzacoatl, en tanto que los españoles les mostraban a un hombre en la Cruz y a una Mujer con su hijo en brazos. Los aztecas tenían pueblos vasallos a los que trataban duramente, pero Cortés los hace sus aliados. Él es generoso con los vencidos, mientras que los aztecas llevaban a sus prisioneros al altar de los sacrificios. Moctezuma escuchaba las voces de los antepasados y Cortés se empeña en que se cumplan las leyes de Castilla. No cabe duda de qué civilización es superior, aún con sus defectos.
Para terminar, el autor se esfuerza en demostrar que de dos pueblos se ha formado uno, representado por Martín Cortés, el hijo mestizo del conquistador. Se ha impuesto una nueva cultura, una civilización, pero las tradiciones del México azteca no han muerto. Al ocaso de su vida Doña Marina, la india Malinalli, cristiana y con nobleza de Castilla, dice: "Ahora sabemos que nuestros dioses eran falsos, y espero que no se ofendan [los dioses] porque lo diga". ¡Genial! Hay creencias que resultan difíciles de desarraigar.
Nos encontramos ante una novela histórica hermosa y fácil de leer. Una buena lectura para el verano.