Un hombre que se obsesiona con la insólita y misteriosa desaparición del elefante de un zoo, un abogado en paro que recibe el encargo de su mujer de encontrar a su gato, una pareja de recién casados que deciden atracar un MacDonald’s en plena noche, una curiosa digresión sobre los canguros, un enano diabólico que baila, un joven empeñado en burlarse de su futuro cuñado, un pirómano confeso... Los protagonistas de todos los relatos que componen este volumen esperan algo. Un accidente, un hecho azaroso. Alternando páginas inquietantes e hilarantes, El elefante desaparece es una prueba más de la capacidad de Murakami para cruzar la frontera entre lo cotidiano más realista y lo fantástico, transformando así la trivialidad de nuestras vidas.
Comentarios
Murakami tiene una especial
Murakami tiene una especial maestría para elaborar sus relatos. El lector puede tardar tiempo en darse cuenta de ello, pero esa habilidad se deriva de que renuncia a dotarlos de un argumento; éste queda sustituído por una elaboración fantástica. En este sentido sería preferible hablar de cuentos y no de relatos.
Tomemos, por ejemplo, el último de los relatos de este volumen, del cual está tomado el título, "El elefante desaparece". Murakami nos cuenta cómo es el elefante, de dónde viene, quién le cuida. Todo ello minuciosamente. En ocasiones la introducción es satisfactoria y se va creando un cierto suspense, pero el autor renuncia a elaborar un final verosimil y acude a una conclusión fantástica: el elefante y su cuidador han disminuído de tamaño, han pasado a través de los barrotes de la jaula y se han marchado. Nadie volverá nunca a verlos. La policía tachará el caso de incomprensible y pasadas unas semanas la prensa se habrá olvidado del asunto. Nada más.
Habrá lectores que se sientan fascinados por la audacia e imaginación del autor, pero otros se sentirán incómodos ante la falta de una conclusión menos fantástica.