Publicada en 1983, con prólogo de Italo Calvino –y un avión en la portada-, es la primera novela del escritor italiano y contiene ya su estilo personal, su manera de contar y su particular enfoque de la realidad. En estas breves y magistrales páginas vemos al narrador visitar Trieste una y otra vez –y al final, Londres- en busca de la resolución de un enigma: por qué el escritor Roberto Bazlen renunció a escribir. Entrevista a antiguos amigos, casi todos ancianos ya, perdiéndose con ellos en los recovecos de la memoria, esponiéndose a que le enseñen fotografías –no soporta verlas-, gozando de su hospitalidad un poco excéntrica. Bazlen, amigo de Montale, Svevo y Proust, abandonó Trieste y se dedicó a escribir cartas a sus antiguos conocidos, para mantener la esperanza de volver cuando todos hubieran muerto. El narrador va comprendiendo, a través de la rara cadencia de sus viajes, que Robert Bazlen lo tenía todo –inteligencia, talento de escritor, oficio y personajes- y que, sin embargo, su decisión de abandonar la escritura no careció de sentido. De algún modo,
Comentarios
Publicada en 1983, con prólogo de Italo Calvino –y un avión en la portada-, es la primera novela del escritor italiano y contiene ya su estilo personal, su manera de contar y su particular enfoque de la realidad. En estas breves y magistrales páginas vemos al narrador visitar Trieste una y otra vez –y al final, Londres- en busca de la resolución de un enigma: por qué el escritor Roberto Bazlen renunció a escribir. Entrevista a antiguos amigos, casi todos ancianos ya, perdiéndose con ellos en los recovecos de la memoria, esponiéndose a que le enseñen fotografías –no soporta verlas-, gozando de su hospitalidad un poco excéntrica. Bazlen, amigo de Montale, Svevo y Proust, abandonó Trieste y se dedicó a escribir cartas a sus antiguos conocidos, para mantener la esperanza de volver cuando todos hubieran muerto. El narrador va comprendiendo, a través de la rara cadencia de sus viajes, que Robert Bazlen lo tenía todo –inteligencia, talento de escritor, oficio y personajes- y que, sin embargo, su decisión de abandonar la escritura no careció de sentido. De algún modo,