Con El hombre inquieto, Mankell retoma las andanzas del inspector Wallander, del que supimos por última vez en el volumen Antes de que hiele, y, según asegura el autor sueco, tal vez nos hallemos ante la última aventura protagonizada por el entrañable inspector.
La vida del inspector Kurt Wallander ha cambiado ligeramente: no sólo ha hecho realidad su sueño de tener una casa en el campo, sino que, además, su hija Linda lo ha convertido en abuelo. Sin embargo, su tranquilidad se ve perturbada poco después, un día de invierno de 2008, cuando el suegro de Linda, un oficial de alto rango de la Marina sueca llamado Håkan von Enke, desaparece en un bosque cerca de Estocolmo. Aunque la investigación la dirige la policía de Estocolmo, Wallander no puede evitar implicarse, sobre todo cuando una segunda persona desaparece en misteriosas circunstancias. Algunas pistas apuntan a grupos de extrema derecha en el seno de la Marina sueca y a la época de la Guerra Fría, en particular a la década de los ochenta, cuando varios submarinos soviéticos fueron acusados de violar territorio sueco. Wallander comprende que está a punto de desvelar un gran secreto cuyo alcance abarcaría toda la historia de Suecia tras la segunda guerra mundial. Pero una nube aún más negra asoma por el horizonte.
Comentarios
He leído todas las novelas del Inspector Wallader, sencillamente porque me parecen buenas. Mankel no es un genio, pero es un buen narrador y conocedor del ser humano. Esta novela me ha gustado poco por la temática: me parece retorcida, poco sostenible, hasta ingenua, y por el desarrollo: la desaparición de los dos personajes, las investigaciones de Wallander no se sostienen casi nada, hay un alargamiento innecesario. Y el final es teatral y nada creíble. El "asesinato" de Wallander a manos de Mankel es una de las maneras más correctas de terminar con un personaje de modo natural, sin desenlace trágico. Lo que siempre he admirado de Mankel al presentar este personaje -y lo hago en esta novela- es la presentación que hace de la sociedad sueca, o más bien nórdica. Sociedad "avanzada", llena de bienestar y democracia, progreso llevado a su extremo. Pero vacía completamente. Hay terror a la vida. Falta ilusión por vivir porque se teme a la muerte. Hay vacío de trascendencia por todas partes. Me parece que es todo esto lo que llevó a Mankel a emigrar a África, a exiliarse. Y es lo que pretende criticar con este personaje.
En mi opinión esta novela, así como la inmediatamente anterior (Antes de que hiele), son las más flojas de la serie del inspector Wallander; parece que ante la perdida de fuelle narrativo Mankell ha optado por “matar” al personaje aunque de una manera “limpia”; aún así es una novela de corte policíaco en el que como en otras ocasiones, pero aquí de una manera más directa, se mezcla con temas de espionaje y se rememora la época de la “guerra fría”.
Una de las constantes de esta novela es que aparece como una losa para el personaje la falta de un referente trascendente que hace que el futuro (la vejez, la jubilación, la enfermedad, etc.) se le haga una carga insoportable y el recurso en esos casos al alcohol para adormecer el pánico que le invade y la insatisfacción y vaciedad de su vida.
Hoy están de moda los autores suecos y las novelas policiacas. Mankell es sueco y escribe novelas de misterio frecuentemente relacionadas con sucesos políticos. Su protagonista es el inspector Wallander, personaje que permite al autor describir un ambiente y resolver sus intrigas. Wallander es un tipo desesperanzado, que vive solo y tiene una hija. Ésta, que en su adolescencia fue un dolor de cabeza para el padre, es ahora su apoyo. "El hombre inquieto" es la recreación de un problema que tuvo Suecia en los años ochenta del siglo pasado, cuando sus aguas y sus costas eran violadas por submarinos extranjeros desconocidos. Mankell considera la novela como una contribución al establecimiento de la verdad histórica. El mérito de la misma está en que, a pesar de ser una obra extensa, mantiene la tensión de la trama hasta el final. Deja los inevitables cabos sueltos y pistas falsas, que luego trata de resolver en el Epílogo con la frase: "Nunca se supo quién …". Bien está que el autor sea consciente de los agujeros que existen en la trama. Pienso que la novela desmonta el mito de Suecia como modelo de sociedad del bienestar. El autor afirma que hoy es difícil encontrar un apellido sueco en su país a causa de la inmigración; las sociedades del bienestar ejercen su fascinación sobre los desheredados y perseguidos de todo el mundo; la inmigración renueva a las sociedades envejecidas, pero inevitablemente las transforma. La socialdemocracia ni siquiera ha resultado útil para crear sociedades homogéneas a pesar de que su objetivo sea la igualdad. El autor señala como en Suecia todavía quedan restos de la sociedad campesina que fue en su momento y que campesinos y pescadores aborrecen a sus compatriotas de noble ascendencia y apellido alemán. Estos últimos son de derechas y se han hecho fuertes en el ejército. Por último los suecos, o por lo menos los personajes de Mankell, se castigan el hígado exageradamente con el alcohol. Al final "El hombre inquieto" es una novela policiaca más, pero también un digno cierre para la serie del inspector Wallander y del testimonio de Mankell sobre Suecia. A Ran le diría que hay que distinguir entre literatura y realidad. Si un personaje es penoso y una sociedad gris es señal de que el autor ha logrado aquello que se proponía: retratar y denunciar ese tipo de sociedad y de modo de vida.
Discrepo parcialmente con la reseña de Ran. En su favor, he de decir que no es esta la novela ideal para iniciarse en las andanzas del comisario Wallander, pues alarga excesivamente la trama con un episodio de la guerra fría en Suecia, dejando en un segundo plano el ingrediente principal de estas novelas: la solución de casos criminales. Es evidente que el autor parece que quiere acabar definitivamente con su personaje, a tenor del desenlace de la novela. Posiblemente, ya no habrá más Wallander. Hay que leer primero "Asesinos sin rostro", luego "Los perros de Riga", y después "La leona blanca", para seguir con el resto de la serie. Evidentemente, no todas las novelas tienen el mismo nivel de intriga y perfección (por ejemplo, "El hombre sonriente" también es flojita). Así que le animaría a retomar la lectura de este detective, siempre y cuando le guste la novela negra. Yo empecé por "La quinta mujer" y ya me enganché a las demás.
Desde luego, no se puede ir a buscar grandes valores metafísicos en un género como este. La vida de Wallander es gris como lo es la de tantos mortales, pero no es un hombre sin valores. En su trabajo se encuentra, lógicamente, con la degradación y la miseria moral, pero es seducido por esta. Es un personaje errático, que anhela reencontrarse con el amor y lucha por no perder los vínculos familiares con su hija, tras un desgraciado matrimonio. Wallander es hijo del estado de bienestar sueco de los años 60 y siguientes, y precisamente él es consciente de que esa ideología ha corrompido muchos de los valores. No se puede ser tan duro con Wallander: en todo caso, inspira compasión.
No soy adicto a Mankell, de hecho, ésta es la primera novela suya que leo después de comprobar su popularidad. Desde esta perspectiva, de encontrarme con una novedad, tengo que decir que me ha defraudado.
La trama de la novela no es sino un excusa para relatar la vida gris y descolorida del inspector Wallander; una vida hueca, sin contenido, sin esperanza de ningún tipo, situada en una cultura materialista que no ofrece ningún valor o aliciente para vivir. Constantemente, a lo largo del relato, el autor plantea la cuestión de la muerte, y lo único que trasluce es miedo y desesperanza.
Este relato muestra cómo una cultura sin valores no ofrece más que irracionalidad: la familia desecha y sin atractivo para los jóvenes, sin vínculos que permitan una vida en felicidad; la embriaguez como escape está omnipresente; y un verdadero amor que lleve a una donación completa no se ve ni siquiera en la relación de Wallander con su hija; y con su "ex-esposa" ni por asomo.
La trama policiaca es ambiciosa, pero da la impresión, por el modo de desarrollarla, que a Mankell le viene un poco grande.
En definitiva, me reafirmo en mi postura inicial de no dedicar más tiempo a este autor que ofrece una idea del hombre y de la sociedad sin ningún valor que aportar, haciendo de la degradación y la tristeza su mensaje.