Las mejores veladas para el rey Gracián transcurrían escuchando el canto de los pájaros. Pero el bosque quedaba lejos y el rey era ya muy anciano. Por eso se alegró tanto la mañana en que el buhonero de Anatolia entró en su palacio. En su carromato, el mercader traía una red de finísimos hilos de plata que servían para cazar pájaros. Pero todos los pájaros que cazaba el rey con estos hilos eran capaces de hablar y le pedían que los dejara en libertad. El rey así lo hacía, maravillado de semejante prodigio. Tras muchas aventuras, el rey descubrió que estos pájaros eran aves especiales que transmitían el mensaje milenario del secreto de la vida. Los pájaros le revelaron el mensaje y dejaron de hablar para siempre. A partir de ese momento fue el rey Gracián el encargado de transmitir el mensaje a través de su ejemplo.