El abandono es por excelencia el secreto para asegurar la libertad del alma, la igualdad del espíritu, la paz y la alegría del corazón. Nos procura un agradable reposo en Dios, y lo que aún vale más, es que El es el arista de nuestras más encumbradas virtudes, el mejor maestro de la santidad. Llevándonos de la mano de concierto con la odediencia, nos guía con seguridad por los caminos de la perfección, nos prepara una muerte feliz y nos eleva a pasos agigantados al cielo. Es el verdadero ideal de la vida interior.