El tren llegó puntual

Publicada en 1949, esta breve novela supone uno de los testimonios más conmovedores y lúcidos del desgarramiento bélico en el bando perdedor. El protagonista, un soldado alemán católico, toma en Alemania un tren que le conducirá al frente polaco. El convoy está lleno de muchachos con uniformes nuevos "de candidatos a la muerte". Al tomar el tren, el soldado tiene el convencimiento de que morirá dentro de unos días, en un punto concreto de Polonia situado entre dos ciudades. La voz interior que le avisa de su inminente muerte –"Pronto voy a morir"- le acompaña durante el trayecto, en un viaje que va a suponer un hondo examen de conciencia de su vida pasada. Siente la necesidad de arrepentirse de sus pecados grandes y pequeños, incluso de aquella vez que en la escuela escribió "mierda" en la estatua de Cicerón para hacerse el gracioso. Pero a pesar de su honradez al repasar la propia vida, no consigue llorar. Hace tres años y medio que no llora –desde que estalló la guerra- y pide a Dios que le conceda "la gracia de llorar".

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1999 Destino
169
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
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Imagen de JavierCanals

Heinrich Böll, que ganó el Premio Nobel de literatura en 1972, escribió esta novela, su primera obra publicada, en 1949. El autor, de edad similar a la del protagonista de esta novela de guerra, estaba todavía profundamente marcado por su experiencia bélica.
La novela transcurre en la fase final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército alemán sufre numerosas derrotas en el frente oriental, y la exterminación de los judíos alcanza su punto álgido. El protagonista es Andreas, un soldado de unos 23 años, que vuelve a su unidad en el frente en tren. Los transportes están saturados, de modo que el viaje es agotador e imprevisible. En uno de los vagones entabla conocimiento con Willi, un suboficial, y con un soldado rubio, muy joven, que se ve superado por la situación.
Andreas, que se comporta como un católico practicante, se acuerda con frecuencia de Paul, un amigo sacerdote, y se ha propuesto rezar por los judíos en las ciudades que conoce. Andreas está convencido de que morirá muy pronto, dentro de un plazo de unos 3 días, en una ciudad concreta de la Galitzia polaca, al este de Lemberg. Una vez llegados a esta última ciudad, Willi le lleva a un prostíbulo, en donde conoce a Olina, una pianista polaca que ejerce de espía entre los visitantes del establecimiento. En este encuentro vislumbra una posible esperanza para su situación.
Como es habitual en la llamada “literatura de escombros”, las obras nacidas en la derrota de las tropas y la nación alemanas, el ambiente es sórdido, y la narración deja ver la psicología de los soldados. Una de las mejores obras de Böll.

Imagen de cdl

A medida que avanzan las páginas y se acerca la cita con la muerte, la luz que ilumina su conciencia se vuelve más poderosa, enfocando con especial clarividencia los prejuicios, los lugares comunes, las ideas equivocadas que en la juventud se dan por ciertas. La reflexión sobre el sentido último del amor brilla con especial fuerza y, paradójicamente, se le revela también la existencia de la alegría y de la belleza del mundo: le basta escuchar unas notas de Schubert y de Bach para destruir toda la costra de dolor que almacena de los campos de batalla. Böll, con un estilo impecable, contagia el dolor que se instala en toda "puerca guerra", desvelando a la vez el misterioso sentido purificador de la amargura que produce.