El viaje de la reina

Mediado el siglo X, época de máximo esplendor del Califato de Córdoba, pequeños reinos y condados cristianos sobreviven en el ámbito de la península ibérica. La reina Toda Aznar, soberana de Navarra, solicita a su poderoso sobrino Abderramán III que le recomiende un sabio capaz de aminorar la desbordante obesidad de su nieto Sancho el Craso, rey de León, quien, desposeído de su trono, se ha refugiado en Pamplona. El Califa accede a los deseos de Toda, pero con la condición de que la cura se realice en Córdoba. Es así como se pone en marcha tan singular jornada, cuyos avatares, peripecias y aventuras son objeto de esta narración

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2001 Salamandra
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Imagen de Alop

"El viaje de la reina Toda" es otra de las deliciosas narraciones que nos tiene aacostumbrados Ángeles Irisarri, Describe las andanzas de Toda en su viaje a tierras del Sultan, de una manera tan personal usando el humor, tratando a sus personales con un cariño especial , con un rico lenguaje nos da a conacer las relaciones entre distintas culturas que cnvivían en esa épocca en la Península.

Imagen de Azafrán

La historia de la reina Toda Aznar (876-958) podría juzgarse como perteneciente al mundo fantástico de los caballeros del Rey Arturo, de las aventuras medievales contra dragones o de las insólitas batallas sostenidas por los cruzados. Pero el hecho real es que su vida, aún siendo insólita, es historia.
En su infancia conoció a un padre, el rey Fortún el Tuerto, que no puso objeciones al hecho de entregar a su hija Íñiga, viuda de Aznar Sánchez, a Abd Allá, abuelo de Abd-al-Rahman III. Íñiga tuvo que vivir el resto de su vida en la corte del emir bajo las leyes ismaelitas. Toda, de este modo, se convertiría en tía del califa cordobés Abd-al-Rahman III.
Muerto el padre de Toda, Aznar Sánchez, la joven se casa con Sancho García, de la casa vasca Jimeno. Con esta unión de la casa Arista y Jimeno, Sancho y Toda arrebatan el trono a su abuelo y crean el reino de Navarra. Sancho García y Toda tendrán una familia muy numerosa que casarán con los herederos de las principales casas y reinos cristianos de la península:
Oneca se casa con Alfonso IV de León, el monje. De ellos nació Ordoño III el Jorobado quien usurpará el trono a su primo Sancho, el Craso, con la ayuda del conde Fernán González. Oncea murió pronto y Alfonso se retira a un monasterio y deja el reino en manos de su hermano Ramiro II.
Urraca se casa con Ramiro II de León. De ellos nace Sancho el Craso y Elvira. Elvira se convierte en Abadesa del Monasterio de San Salvador de León. A la muerte de su hermano Sancho –envenenado muy joven-. Ocupará el trono como reina regente hasta que su sobrino Ramiro III alcance mayoría de edad.
García Sánchez quien reinará en Navarra. García se casa con Andregoto y une así el condado de Aragón a su corona y se convierte en el primer rey de Aragón. Tienen un hijo, Sancho, que será rey. García repudió a Andregoto poco después del nacimiento de su hijo bajo la excusa de ser primos y se casó con Teresa de León.
Velasquita casada con el conde Fernán González y otras hijas y nietas emparentadas con las casas catalanas.
La larga vida de Toda (vivió 82 años) le permitió establecer pactos y alianzas de paz para romperlas luego. Junto con Ramiro II de León -su yerno-, el conde castellano Fernán González y su hijo García venció a Abd-al-Rahman, (su sobrino) en Simancas.
Cuando Ordoño el Jorobado, en alianza con el conde Fernán González y otros nobles, destrona a su nieto Sancho el Craso –por grueso-, Toda pide auxilio a su sobrino el califa quien invita a Toda, a su hijo García y al nieto destronado Sancho a Córdoba. Allí Sancho es sometido a un régimen severo y recobra su figura y el trono de León.
Toda, en Córdoba, a pesar de sus 80 años, participa en todas las recepciones y visitas. Recibe regalos y agasajos. Y en lo más profunda de su corazón anhela regresar a la ciudad con un ejército y arrojar a los musulmanes a Mauritania.
Ángeles Irisarri novela la auténtica historia de la reina navarra Toda de Aznar y su contexto histórico de tal suerte que el lector llega a comprender el entremado de parentescos y relaciones de amor y traición que rodean estas vidas. El vocabulario heredado de la lengua árabe constituye un legado que parece perderse con el paso de los siglos. Ángeles Irisarri lo rescata y coloca al lector en la necesidad de su uso. Igualmente presenta a la consideración del lector las situaciones multiculturales que los reinos de la península tuvieron que soportar en los siglos IX y X.
Un acertado análisis socio-económico, muy simple, que define quién tiene el dinero, el poder y como se conforma la población: costumbres, derecho, trabajo, agricultura, ciencia, literatura, música, ocio y diversión así como la alimentación.
Por ceñirme a la longitud de una crítica sólo citaré dos aspectos reflejados en esta novela y que, en mi opinión, son un análisis sutil y suficiente de la sociedad en la que se desenvolvió la reina Toda.
Uno es la convivencia entre las religiones y su papel en la guerra. Toda tiene claro que los hombres pelean porque ambicionan el poder. No por extender la fe:
“… si sólo hay un dios, el nuestro, el de los sarracenos no es nada, salvo una enseña o un símbolo en que ellos creen, meramente como los paganos. Y si Dios es uno, no hay otro que sea su enemigo. Las enemistades nacen de los hombres; de los reyes por causas de la gobernación y por la ambición de extender los reinos o de redimirlos de pechos, pero no se lucha por llevar la cruz donde no esté…” pág. 231
Irisarri reconoce que la convivencia puede interferir en alguna de las concepciones o de las creencias de una confesión religiosa. Presenta el caso del obispo de Córdoba quien parece padecer la influencia de la herejía que considera que Jesucristo no era Hijo natural de Dios, sino que fue redimido por el Bautismo y adoptado por Dios Padre, como cualquier otro hombre. Y junto con este desliz importante en las creencias de la fe se mostró claramente partidario del confinamiento social que padecen las mujeres en la cultura musulmana. Por otra parte, dos de las hijas del Califa, Wallada y Zulema, parecen contagiadas del sentido de libertad e independencia que disfrutan las cristianas como Toda y Andregoto (la pelirroja castellana de Nájera, hija adoptiva de doña Mayor, prima de Toda):
“En Navarra ha mandado y manda la señora toda, yo gobierno una ciudad y tú un convento, y nadie, ni hombre ni mujer, pone en entredicho nuestra autoridad…
¡Qué sandia, Andregoto!, nuestra autoridad la pone en tela de juicio cualquier hombre por el mero hecho de ser varón, ¡qué sandia!, se defendió Elvira.” Pág. 230
Irisarri se nos presenta la sociedad tal como es: con sus defectos bien patentes pero presentados en una forma adecuada:
“La maldad, Nunila, no puede ser sabida ni contemplada por las buenas gentes, ni con buenos ni con malos ojos.
La maldad y el vicio hay que ignorarlos, porque atraen…No hay que saber vidas ajenas, Nunila. Tú no eres una comadre, tú eres una dama de la reina que, como cada una de nosotras, debe reprimir la curiosidad malsana… Debes aprender de nosotras que, aunque nos gustaría saber más de Aura y de la coyunda de Mimo con Gaudiosa, sabemos acallarnos precisamente por no entrar en los dime y diretes de las comadres de Pamplona.” p.159
Una novela amena que expone a la consideración del lector cuestiones muy actuales enmarcadas en la Edad Media. ¿Sólo coincidencia?

Imagen de raranega

En esta novela se describe muy bien la España de esa época, en la que convivían, y además eran parientes, moros y cristianos. Es un libro con el que he disfrutado: en él se cuenta la fortaleza de la Reina Toda, que lleva su reino y su falmiia con mano férrea y con cariño, que hace un viaje penoso, siendo una persona mayor, por toda España sólo por su familia y su Reino.