Un representante singular de la cultura laica, Umberto Eco, y un príncipe de la Iglesia, Carlo María Martini, han volcado en estas páginas sus reflexiones acerca de la ética y sus fundamentos en el fin del milenio
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2004 | Temas de hoy |
166 |
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Subrayaría lo de respeto y comprensión. El libro puede dar mucho de sí, no tanto por lo que dice sino incluso por lo que no dice. El diálogo entre creyentes y no creyentes se desarrolla desde un nivel muy elemental, que es la falta de conocimiento y los prejuicios que tienen los no creyentes sobre la religión, la fe y la Iglesia. No me refiero tanto a Umberto Eco como a los demás contertulios laicos. El Cardenal Martini quizá no sea capaz abandonar la terminología religiosa para dirigirse a los no creyentes desde un punto de vista común que éstos puedan aceptar y comprender. Es cierto que las cuestiones que se plantean: la muerte, el mal en el mundo, etc parece que piden un tratamiento cristiano desde la fe, la esperanza, etc que los no creyentes no tienen. Destaca el respeto y el cariño de Umberto Eco hacia el Cardenal, a pesar de que al parecer es nominalista y según afirman algunos ateo. El se define simplemente como un no creyente que desearía creer. No todos los intervinientes laicos tienen la misma altura humana y moral, y el lector tendrá que soportar algunos cuantos tópicos archiconocidos que sólo demuestran la ignorancia del que los repite.
A modo de diálogo epistolar, con absoluta libertad dialéctica y sin excesivos miramientos por sus respectivos papeles, debaten algunos de los valores que se cuestiona el hombre contemporáneo.
Entre otros: los confines de la vida humana según la tradición teológica y el desafío tecnológico, las limitaciones impuestas a las mujeres por la Iglesia, el nuevo Apocalipsis del año 2000 y el sentido de la fe, tanto para quienes creen como para quienes no creen (o creen que no creen).
A este intenso epistolario público se suman las voces de un coro variopinto y curiosamente armonioso, compuesto por dos filósofos (E. Severino y M. Sgalambro), dos periodistas (E. Scalfari e I. Montanelli) y dos políticos (V. Foa y C. Martelli), que puntualizan y amplían las conclusiones de Eco y Martini.
Una obra sugerente y libre que constituye un magnífico ejemplo de respeto mutuo y comprensión.