Con lucidez y buen humor, porque su historia acaba bien, la autora cuenta cómo ha superado la banalización de tantos aspectos serios de la vida que intentan vendernos el escepticismo y relativismo imperantes. En su camino destaca, con amor y gratitud, la guía y el estímulo que han supuesto también para ella la vida y la doctrina de los dos últimos Papas.