Hamlet

En la historia de Hamlet encontramos nítidos los parámetros de una obra clásica, donde el autor pretende y consigue que el espectador –o en su caso el lector-, se sumerja en las profundidades de la humanidad de los protagonistas, descubriendo la bondad y la maldad de los corazones. Estamos ante una tragedia que, a diferencia de las griegas, tiene presente al hombre cristiano, conocedor del sentido de la historia y de la Redención. Por eso la maldad de los protagonistas es más patente y más grave: saben muy bien a qué se atienen. Sin duda al leer a Shakespeare entendemos en qué consiste una obra clásica, pues los valores, las virtudes, los pecados, son eternos, y las enseñanzas positivas y duraderas. Siempre merece la pena la lectura de estas obras cumbres de la literatura universal. Leer artículo...

Sencillamente: genial.

En mi opinión, una de las mejores obras de Shakespeare.
Tras la muerte de su padre, el rey de Dinamarca a manos de su propio hermano, y la boda de su madre con el hermano asesino, Hamlet es visitado por el alma atormentada de su padre para advertirle de la suerte que corrió. Hamlet cegado por el afán de venganza, muestar a todos una falsa locura, en la que arrastrará a la bella Ofelia.
Drama y tragedia en la que la mayoría de los personajes acaban muertos, como en muchas de las obras del genial inglés.
Pero una de las grandes obras de este género y de la literatura universal.

La historia de Hamlet es compleja como la mente del ser humano, pero aparentemente tan simple...

En Shakespeare se concentran las esencias del amor, la locura, el poder, la muerte, la vida, la tragedia, el dolor, todos aquellos sentimientos que conforman la Vida con mayúsculas, aquellos que formaron un torbellino implacable que elevó al genio de Stratford al Olimpo de la Literatura.
Lo que hay en Sahkespeare es pasión, y ésta se refleja en Macbeth y Hamlet como en ninguna de sus otras obras.
Todo está presente en este libro maravilloso que es capaz de llevar a la obsesión a quien lo lea, que nunca acabará de redescubrirse, porque es precisamente el reflejo del alma humana con toda su pasión.