Estudio biográfico sobre la figura humana y política de Isabel I de Castilla. Está apoyado en un amplio sustrato de reflexión sobre la biografiada y en el atento examen de una valiosa documentación. El resultado es un estudio amplio y riguroso sobre la figura de la reina, su gran capacidad para el gobierno, para la política interior y exterior, y para atender al ámbito doméstico y familiar. El estilo, descriptivo y ágil, aumenta el interés de este libro.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2003 | Espasa Calpe |
620 |
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En 2004 tuvo lugar el quinto centenario del fallecimiento de doña Isabel de Trastámara y Avis, la reina Isabel I de Castilla. Reinó entre 1474 y 1504 y por concesión pontificia fue conocida como Isabel la Católica. Salvo por el mencionado Centenario no nos imaginamos cuál pueda ser la razón para la publicación de ésta y otras obras sobre la Reina Católica. Se hace difícil imaginar a los españoles súbitamente interesados por el conocimiento de su historia: la conocemos cada vez menos y peor. Tampoco es fácil suponer a nuestros contemporáneos acometidos por una fiebre de orgullo patrio. A los españoles nos va más la auto-denigración que el patriotismo; acordarnos de 1898 que de 1492; lamentar la pérdida de Cuba que enorgullecerse por haber hecho de ella "la perla de las Antillas". Poco se puede decir de la Reina Católica que no sea conocido. ¿Quizá que atravesaba su familia un gen de locura que se manifestaba periódicamente? Su madre, María de Portugal, viuda desde muy joven, permaneció cuarenta años recluida en su castillo de Arévalo "con la razón perdida". La hija de Isabel y su sucesora en el trono, la reina Juana, pasó a la historia como Juana "la loca" y permaneció encerrada hasta su muerte en el Castillo de la Mota, en Medina del Campo. El autor, Manuel Fernández Álvarez, destaca de Isabel su determinación y lo que hoy llamaríamos sentido de Estado. Su hermano y predecesor en el trono, Enrique VI, deseaba casarla con el heredero de la corona de Portugal, pero Isabel hizo pública su decisión de desposar a Fernando, heredero de la corona de Aragón. Se planteó entonces la necesidad de obtener una dispensa papal para el impedimento de consanguinidad, ya que los contrayentes eran primos segundos. A fin de no indisponerse con el rey de Castilla, el papa Paulo II se negó a facilitar la dispensa, entonces Isabel consintió en que fuera falsificada una Bula de Pio II, predecesor de Paulo, por la que el matrimonio ya estaba autorizado. Se guardaban así las formas y no se desobedecía directamente al Pontífice. Su sentido de la justicia no permitía a Isabel plegarse a una decisión política de Paulo II, que posteriormente fue rectificada. Afirma Manuel Fernández que los nobles la temían, y que cuando su esposo, Fernando de Aragón, fue derrotado por los portugueses en Toro y tuvo que soportar los reproches de la Reina, exclamó: "No ha nacido hombre capaz de contentaros". El autor señala como puntos oscuros en el reinado de los Reyes Católicos el establecimiento del Tribunal de la Inquisición y la expulsión de sus reinos de aquellos judíos y musulmanes que no estuvieron dispuestos a convertirse al cristianismo. A ello hay que decir -una vez más- que no se puede juzgar el pasado con la mentalidad del presente, añadiendo además que no fue la Reina Católica quien tomó la iniciativa para adoptar dichas medidas, aunque consintió en ellas. Señala Fernández Álvarez como la expulsión de los judíos fue una decisión "enormemente popular"; ello difumina las responsabilidades pero no hace más justa la orden. Al final de su vida, Isabel temía el juicio de Dios ya que, afirmaba, que Dios tomaría más cuenta de los reyes y gobernantes. El libro se lee con facilidad y en su mayor parte con el interés de una novela.
Excelentemente escrito y con multitud de citas. No obstante el autor no llega a calar ni de cerca el gran transfondo religioso que alimentaba la vida privada y política de Isabel.